El alma que ha visto, lo mejor posible, las esencias y la verdad, deberá constituir un hombre, que se consagrará a la sabiduría, a la belleza, a las musas y al amor. Platón, Fedro o de la belleza.
Perhaps he knew, as I did not, that the Earth was made round so that we would not see too far down the road. Isak Dinesen
Sólo vemos lo que miramos. Mirar es elegir. John Berger
Y cogeré hasta el final de los tiempos, las plateadas manzanas de la Luna, las doradas manzanas del Sol. William Butler Yeats

viernes, 27 de junio de 2014

"Si quieres la paz, prepárate para la guerra"


Vivac de soldados rusos (1917)
Pocas fechas como la que se conmemora hoy poseen tanta fuerza para la Historia de la Humanidad. La Gran Guerra (1914-1918) como se la conoce cumple hoy 100 años. Durante lo que llevamos de 2014 se han publicado innumerables monografías sobre el tema, pero yo quiero destacar dos:
La primera de ellas corresponde a la realizada por el historiador David Stevenson de la London School of Economics. La obra se titula "Historia de la Primera Guerra Mundial" publicada por Debate. En ella el autor sitúa la huella de la contienda en Irak, El Líbano, Ruanda, Palestina o Irlanda del Norte. En palabras de David Stevenson:
"Su huella está en todas partes. Muchos de los puntos calientes tienen su origen, en parte, en aquella guerra. Los Balcanes, Ruanda, creada a partir de territorio alemán cedido a Bélgica; Líbano, ampliado por los franceses en 1920; Irlanda del Norte, establecida en 1921; Irak, creado por los británicos a partir de tres provincias otomanas, o la Declaración de Balfour sobre Palestina en 1917. Por supuesto, está en el origen del ascenso de ideologías como el nazismo, el fascismo y el comunismo. Y tuvo un papel en España, agravando la división entre la izquierda y la derecha y polarizando la opinión pública".


La siguiente obra la escribe Max Hastings, un reputado periodista que ejerce una brutal labor investigadora a través de cartas, documentos personales e inéditos que ha recuperado en archivos de medio mundo. "1914, el año de la catástrofe" (Crítica)  narra los acontecimientos de la Gran Guerra, sus escenarios, las trincheras, el gas, la sangre, un total de quince millones de muertos. A Hastings se le pregunta en una entrevista reciente:
-Todo cambió con la I Guerra Mundial. El gas, los blindados, y la perfección técnica convirtieron la vida humana en estadística de la muerte industrial: 
-Hastings: Hay una línea escrita en el libro de Robert Graves "Adiós a todo eso" que no olvidaré nunca. Cuenta con cierta hilaridad que a un soldado le volaron la cabeza y dice: "Puedes reírte de un hombre muerto o incluso de un herido, pero no de alguien que tarda dos horas en morir"


Dicen que la primera víctima de una guerra es la verdad.

La guerra no es simplemente un acto político, sino un verdadero instrumento político, una continuación de la actividad política, una realización de la misma por otros medios, el propósito político es el objetivo mientras que la guerra es el medio y el medio no puede ser nunca considerado separadamente del objetivo. Carl Von Clausewitz (1780-1831)

En una célebre relación postal entre Albert Einstein y Sigmund Freud, ambos llegaban a la conclusión de que la agresión innata puede transformarse en una guerra donde la mayoría de la población no subordina sus instintos a la razón. Para ambos la única forma de acabar con las guerras sería el establecimiento de un sistema mundial de control que poseyera la última palabra en cualquier conflicto de intereses (Videodrome-Radio 3-Guerra I)

Si vis pacem, para bellum. Si quieres la paz, prepárate para la guerra. La cita se le atribuye a Vegecio, escritor romano de temas militares alrededor del año 330.


A continuación elaboro una lista con cinco de las mejores películas sobre la I Guerra Mundial:

"Gallipoli by Peter Weir (1981)




"Paths of glory "(Senderos de gloria) by Stanley Kubrick (1957)




"La grande illusion" (La gran ilusión) Jean Renoir (1937)




Capitán Conan by Bertrand Tavernier (1996)




"Yoyeux Nöel" (Feliz Navidad) by Christian Carion (2005)



lunes, 23 de junio de 2014

El nadador


Burt Lancaster. The Swimmer

-Se arruinaron de la noche a la mañana; no les quedó más que su sueldo, y él apareció borracho un domingo y nos pidió que le prestáramos cinco mil dólares...
Siempre hablando de dinero. Aquello era peor que llevarse el cuchillo a la boca. Ned se zambulló en la piscina, hizo un largo y se marchó.
La siguiente piscina de la lista, la antepenúltima, pertenecía a su antigua amante, Shirley Adams. Si había sufrido alguna herida en casa de los Biswanger, aquél era el lugar ideal de curarla. El amor--los violentos juegos sexuales, para ser más exactos--era el supremo elixir, el remedio contra todos los males, la píldora mágica capaz de rejuvenecerlo y de devolverle la alegría de vivir. Habían tenido una aventura la semana pasada, o el mes último, o el año anterior. No se acordaba. Pero había sido él quien había decidido acabar, y eso lo colocaba en una situación privilegiada, de manera que cruzó la puerta de la valla que rodeaba la piscina de Shirley repleto de confianza en sí mismo. En cierta forma, era como si la piscina fuese suya, porque la persona amada, especialmente si se trata de un amor ilícito, goza de la posesión de la amante con una plenitud desconocida en el sagrado vínculo del matrimonio. Shirley estaba allí, con sus cabellos color de broce, pero su figura, al borde del agua de color azul intenso, iluminada por la luz eléctrica, no despertó en él ninguna emoción profunda. No había sido más que una aventurilla, pensó, aunque Shirley lloraba cuando él decidió romper. Pareció turbada al verlo, y Ned se preguntó si se sentiría aún herida. ¿Acaso iba, Dios no lo quisiera, a echarse a llorar de nuevo?
-¿Qué quieres?-le preguntó ella.
-Estoy nadando a través del condado.
-¡Santo cielo! ¿Te comportarás alguna vez como una persona adulta?
-¿Se puede saber que te pasa?
-Si has venido buscando dinero-dijo ella-, no voy a darte ni un centavo.
-Puedes darme algo de beber.
-Puedo, pero no quiero. No estoy sola.
-Bueno me marcho enseguida.
Ned se tiró al agua e hizo un largo, pero cuando intento alzarse hasta el borde para salir de la piscina, descubrió que sus brazos, no tenían fuerza; llegó como pudo a la escalerilla y salió del agua. Al mirar por encima del hombro, vio a un hombre joven en los vestuarios iluminados. Al cruzar el césped-ya se había hecho completamente de noche-le llegó un aroma de crisantemos o caléndulas, decididamente otoñal, y tan intenso como el olor a gasolina. Levantó la vista y comprobó que habían salido las estrellas, pero ¿por qué tenía la impresión de ver Andrómeda, Cefeo y Caisopea? ¿Qué se había hecho de las constelaciones de verano?  Ned se echó a llorar.
Era probablemente la primera vez que lloraba en toda su vida de adulto, y desde luego la primera vez en su vida que se sentía tan desdichado, con tanto frío, tan cansado y desconcertado.
El nadador, Cuentos completos. John Cheever. Ed. RBA 2012

(Nota: esta entrada se la dedico a mi querida amiga Mati. A ella le encantaba leer a John Cheever, pasear al atardecer, bebernos unas cañas o unos buenos Gin-Tónics (si se terciaba) y hablar  de lo que fuera...; Pero hay una cosa por la que te echo aún más de menos Mati, y es irnos juntas al cine)




The Swimmer (1968) by Frank Perry and Sydney Pollack (uncredited)
Writers: Eleanor Perry (screenplay), John Cheever (story)
Stars: Burt Lancaster, Janet Landgard.





domingo, 15 de junio de 2014

¡Que le corten la cabeza! (2ª parte)


Grabado del S.XVIII que representa la muerte de Luis XVI en la guillotina. Roger-Viollet

Cercenar cabezas con la guillotina se puso de moda a finales del XVIII. Una práctica algo sanguinaria pero mucho más efectiva que el rutilante hachazo de doble hoja utilizado durante gran parte de la Edad Media. Las penas capitales eran lo común por entonces. Tras un breve juicio (si se daba el caso) lo siguiente era llevarse al reo al patíbulo y ¡zas! cortarle la cabeza. Con un poco de suerte y, si el verdugo no se había cogido una buena melopea la noche anterior, éste podía acertar, dar en el tino...y ya está, pero lo difícil era eso. Por no entrar en detalles viscerales, las ejecuciones se transformaron en un espectáculo grotesco y sanguinario que atraía a la plebe. 
No queda claro quien fue realmente el inventor de la guillotina. Se habla de un tal Joseph Ignace Guillotin (1738-1814), un médico francés contrario a la pena de muerte. Tras el triunfo de la Revolución Francesa (1789) y como miembro de la Asamblea Legislativa propuso a la misma el uso de la guillotina como un método menos doloroso, más rápido y, si cabe, más humano. Dicho y hecho, a partir de entonces rodaron cabezas como rosquillas, hasta el mismísimo Maximilien Robespierre que gobernó Francia durante el periodo revolucionario conocido como el Reino del Terror (1793-1794) probó la afilada cuchilla.
Como venía diciendo unos días atrás, los Borbones llevan más de trescientos años como monarcas de España. En el capítulo anterior acabé hablando de las Guerras Carlistas, cuatro guerras que se sucedieron en el espacio de tiempo entre 1833 y la última que acabó en el año 1876. Estas guerras civiles enfrentaron a los Carlistas (absolutistas) partidarios de Carlos María Isidro de Borbón (y sus descendientes) y, a los liberales, partidarios de Isabel II de España. Recordemos que en las últimas elecciones celebradas en 2011 el Partido Carlista presentó un programa electoral en el que-y rescato textualmente-la parte que confiere a la descendencia dinástica del poder decía así: (...) El partido Carlista no plantea ningún pleito de tipo dinástico, sino socio-político, oponiéndose tanto a la actual Monarquía, heredera y continuadora directa de la dictadura franquista, como a las estructuras de poder centralistas y capitalistas en que se apoya. El partido Carlista respecto a la forma de coordinación institucional máxima de Las Españas se declara accidentalista.


Carga de Zumalacárregui

Entre guerra y guerra, el siguiente Borbón en ocupar el trono durante (1833-1868) fue Isabel II, apodada la de Los tristes destinos. Isabel II ocupó el trono con tan solo trece años y como era de esperar enseguida le buscaron un marido, y cómo no, ¡un primo-hermano!. La reina Isabel se desposó con Francisco de Asís de Borbón, Duque de Cádiz, apodado "Paco el Natillas". Se cuenta que en su noche de bodas Isabel no accedió a acostarse con él. Las razones es que a Paco le pirraban los hombres. Famosa se hizo la cancioncilla "Paco Natillas es de pasta flora y se mea en cuclillas como una señora". De Francisco se decía que tenía tantos amantes masculinos, como Isabel II. De entre los amantes de la Reina se habla del compositor Emilio Arrieta, José María Ruiz de Arana, conocido en Madrid como el "pollo Arana", y el militar Puig y Moltó, a quien se le atribuía la paternidad del futuro Alfonso XII. Oficialmente el matrimonio tuvo once hijos, aunque varios embarazos acabaron en abortos o los neonatos fallecieron al cabo de muy poco tiempo. La Reina de los tristes destinos, tuvo que hacer frente a la Revolución de 1868 (conocida como La Gloriosa) y exiliarse en París donde fue bien acogida por Napoleón III y Eugenia de Montijo, en donde abdicó en favor de su hijo Alfonso XII. En París vivió el resto de sus días y desde allí fue testigo de la Primera República, del reinado y de la muerte de su hijo en 1885, de la Regencia de su nuera, María Cristina de Habsburgo-Lorena y del inicio del reinado de su nieto Alfonso XIII.


Acuarela 97 de la serie "Los Borbones en pelota". Isabel II con su intendente Carlos Marfori y su marido. A la drcha espera un batallón de guardia. Leyenda de la acuarela:Isabel-Espérate a que acabe mi intendente. Paquita-¡Aguardemos la vez como en la fuente!


¿Dónde vas, Alfonso XII? y ¿Dónde vas, triste de ti?, son los títulos con los que recordamos dos películas rodadas en 1958 y 1960 respectivamente, en las que se narran la vida de Alfonso XII, desde su primer y desgraciado matrimonio con su prima María de las Mercedes la cual murió de tifus a los pocos meses de casarse y la segunda parte, en la que nos cuentan...pues el resto de su vida. Dos pestiños muy serios para la siesta (con todos mis respetos), pero importantes para recordar esa visión monárquico-romántica que pretendían meternos con calzador allá por los años sesenta. Alfonso XII subió al trono un 29 de Diciembre de 1874, tras el Golpe de Estado del General Pavía. En segundas nupcias se casó con María Cristina de Habsburgo, (que no era su prima), sino hija del Emperador de Austria y de cuyo matrimonio nacieron tres hijos, el pequeño de ellos el futuro Alfonso XIII. Pero el gran amor de Alfonso XII fue una cantante de lírica, Elena Sanz con la que tuvo dos hijos ilegítimos, Alfonso y Fernando.
En el año 1885 se desató una epidemia de cólera en Valencia que se fue extendiendo al interior del país. Fuera o no este el motivo la cuestión es que Alfonso XII cayó enfermo de tuberculosis. Murió con 28 años.

Elena Sanz
El siguiente Borbón en la lista  fue Alfonso XIII (1886-1931). No voy a enumerar la gran cantidad de acontecimientos que se sucedieron durante su reinado, eso sí, merece la pena echar un vistazo al conocido como el Desastre del 98, la Guerra del Rif, la Semana Trágica de Barcelona (1909) y el Desastre de Annual (1921).
Como a casi todos los Borbones, Alfonso XIII tenía una prominente nariz y le encantaban las mujeres. Tuvo decenas de amantes de las cuales concibió hijos naturales, en total cinco.  Entre las más estables destaca Melanie, la actriz Carmen Ruiz Moragas y alguna conocida vedette del momento. Se casó en 1905 con la sobrina de la Reina Victoria de Inglaterra: María Victoria de Battenberg, guapa y elegante. Lo que no se sabía era que esta mujer era transmisora de la hemofilia, enfermedad que transmitió a dos de sus hijos: Alfonso y Gonzalo. 
Según el investigador Román Gubern el rey fuy un gran aficionado al erotismo y al cine pornográfico. Se sabe que produjo varias películas en los años veinte, empleando al Conde de Romanones como intermediario. Un ejemplo de ellas son los cortometrajes: El confesor, El ministro y el Consultorio de señoras, todas ellas rodadas en el Barrio Chino de Barcelona.
En 1941 renunció a la Jefatura de la Casa Real en favor de su hijo Juan que como todos sabemos nunca llegó a ser Rey. Alfonso XIII murió ese mismo año en Roma de una angina de pecho.

Atentado anarquista al Rey Alfonso XIII el día de su boda (1906). Murieron 28 personas

Y por fin llegamos a Juan Carlos I  y Felipe VI. Todos conocemos las aventurillas del papá...le pillaron, in fraganti, en Botsuana durante una cacería de elefantes. A partir de ahí sus tropiezos no le han hecho más que pasar por el quirófano y salir a la luz sus múltiples escarceos amorosos (como todo Borbón que se precie). Resumiendo, esto sigue siendo igual que hace mil años, pero en esta ocasión no ha hecho falta que muera un rey para que nos pongan a otro, te guste o no te guste: "El Rey ha muerto, viva el Rey" o como dirían los franceses "Le roi est mort, vive le roi".



lunes, 2 de junio de 2014

¡Que le corten la cabeza! ( I parte)


Viñeta publicada en el diario el País 2 de Junio 2014 por Forges

Comencemos hablando de reinas!. La primera es una de mis favoritas y la protagoniza la Reina de Corazones en "Alicia en el país de las maravillas" de Lewis Carroll. Esta señora, vestida de naipe de la baraja francesa del mismo nombre, no tenia muy buen humor, más bien se cabreaba por casi todo, y sin mediar palabra condenaba a la gente con la pena de muerte a la menor ofensa. La reina no escatimaba en nada, tanto si los problemas o las dificultades eran graves o no, sus palabras a grito pelao resumían una ejecución inminente: ¡que le corten la cabeza!.
Cuando Alicia entra en el jardín de la Reina se encuentra con tres jardineros naipes que están pintando de rojo todas las rosas blancas. Alicia les pregunta el porqué de su trabajo, y ellos le explican que se han equivocado en el color de los rosales y deben ocultar su error ante la Reina.
-Mi nombre es Alicia, para servir a Vuestra Majestad-dijo muy finamente la muchacha, pero agregó para sus adentros:"¡si nos son más que un paquete de cartas! ¿A qué temerles?"
-Y quienes son éstos-volvió a preguntar la Reina, señalando a los tres jardineros que estaban tendidos alrededor del rosal.
Ellos, como ustedes comprenderán, estaban tendidos de bruces y ocultaban la cara. Su espalda plana y rectangular mostraba un dibujo igual que las espaldas de todo el resto de las cartas, ya que pertenecían al mismo paquete de naipes. No se podía distinguir entonces si eran jardineros, o soldados o cortesanos, o simplemente, sí sólo eran tres niños. 
-¿Cómo voy a saber yo?-contestó Alicia, sorprendida de su propio valor- no es asunto que me incumba...
La Reina se encendió de ira y, después de mirar fijamente a la muchacha por un momento, empezó a gritar como una bestia salvaje:
-¡Que le corten la cabeza!



Los Borbones llevan la friolera de unos 300 años en el país, con sus altibajos de por medio: La Guerra de Independencia (1808-1814), el Trienio Liberal (1820-1823), la I República Española (1873-1874). Con estas palabras la recibía el republicano Emilio Castelar cuando subió al estrado y pronunció:

"Señores, con Fernando VII murió la monarquía tradicional; con la fuga  de Isabel II, la monarquía parlamentaria; con la renuncia de Don Amadeo de Saboya, la monarquía democrática; nadie ha acabado con ella, ha muerto por si misma; nadie trae la República, la traen todas las circunstancias, la trae una conjuración de la sociedad, de la naturaleza y de la Historia. Señores, saludémosla, como el sol que se levanta por su propia fuerza en el cielo de nuestra patria".


Caricatura de la revista satírica La Flaca en la que aparece Pi y Margall desbordado por el federalismo

La dinastía borbónica llegó a principios de 1700, tras la muerte de Carlos II de Austria. Murió sin descendencia, a pesar de los empeños que puso el hombre por dar un heredero a la corona. Empleó tanta energía que le dejó algo trastornado, tanto... que se le conoce como el Hechizado. Así lo describe en una carta a Luis XIV el entonces Embajador de Francia en la Península: "El Príncipe parece bastante débil; muestra signos de degeneración, tiene flemones en las mejillas, la cabeza llena de costras y el cuello le supura (...) asusta de feo". Parece ser que Carlos II padeció una enfermedad conocida como el síndrome de Klinefelter, una alteración cromosómica expresada por un cariotipo 47/XXY, es decir que tiene un cromosoma X supernumerario, probablemente debido a la afición y gusto por la endogamia que practicaban los Austrias, patrón repetitivo entre los Borbones; a parte de otras múltiples enfermedades como la hemofilia o la sífilis.
Carlos II sospechaba que había sido víctima de un hechizo y que por esta razón le era imposible engendrar. Ante la duda le ordena investigar al Inquisidor General, Cardenal Rocaberti, el caso. El hechizo se resume en las siguientes palabras: "Se lo habían dado en una taza de chocolate en la que habían disuelto sesos de un ajusticiado para quitarle el gobierno; entrañas para quitarle la salud y riñones para corromperle el semen e impedir la generación". Qué tiempos aquellos...

Carlos II

Tras la Guerra de Sucesión (1701-1713) al trono español, Felipe V (1683-1746) aparece en escena. Se instaura una nueva monarquía en España y con ella los Borbones, procedentes de La France. De entre todos ellos, posiblemente sea Felipe V el que se lleve la palma en cuestiones de rarezas y excentricidades. Se le tachó de hipocondríaco, melancólico y para más inri, si cabe, falta de higiene, vamos...lo que todos conocemos por un guarro. Se le conocen muchas anécdotas en su modus operandi. En una ocasión se creyó atacado por el sol cuando cabalgaba la mañana del 4 de Octubre de 1717 y desde entonces se sintió al borde de la muerte. Tampoco se dejaba cortar ni el cabello ni las uñas. Tan alucinado estaba que en su delirio llegó a creerse muerto y a preguntar por qué no había sido enterrado. Su comportamiento fue de mal en peor, tal es el caso que incluso temió ser envenenado por una camisa...y desde entonces pasó un año entero sin mudarse. Así lo describe el historiador Henry Arthur Kamen en su biografía Philip V of Spain: "(...) realmente no se había lavado desde hacía por los menos cuatro meses y su condición era tal que al intentar asear el cadáver, los sirvientes se llevaban en las esponjas trozos de piel".


Felipe V por Michel Van Loo 1735. Museo del Prado.

El siguiente en la lista es Fernando VI, apodado el Prudente. Reinó poco tiempo, desde 1746 a 1759. Fue un monarca bastante comedido, de hecho esta etapa fue descrita como "Paz para todos, guerra para nadie". Estuvo casado con Bárbara de Braganza y al no tener hijos el trono recayó en su hermanastro Carlos III.

Carlos III, apodado El Político, reinó desde 1759 hasta su muerte en 1788. Fue Duque de Parma, rey de Sicilia y de Nápoles. Se vio obligado a tomar parte en la Guerra de los Siete Años (1759-1763), un conflicto que casi nadie recuerda (excepto por la magnífica película Barry Lyndon dirigida por Stanley Kubrick en 1975)  y que fue decisiva en la posterior Guerra de Independencia de los EE.UU, sobre todo en el intercambio de colonias. El caso es que Carlos III tenía otras preocupaciones, a parte de las dichosas guerras y contentar a su pueblo. Según cuentan Carlos III hubiera sido más feliz de no ser por las imbecilidades de su hijo y heredero, osease Carlos IV.
En una tertulia cortesana en la que se conversaba sobre esposas adúlteras, el futuro príncipe dejó caer lo siguiente:
-Nosotros, los reyes, en este caso, tenemos más suerte que el común de los mortales.
-¿Por qué?-le preguntó su padre.
-Porque nuestras mujeres no pueden encontrar ningún hombre de categoría superior con quien engañarnos.
Carlos III, se quedó pensativo y algo aturdido por la reflexión de su hijo y murmuró:
-¡Qué tonto eres hijo mío, qué tonto!¡Las reinas también pueden ser putas!




El príncipe de Asturias, don Carlos, futuro Carlos IV, se casó a la edad de 17 años con doña María Luisa de Borbón (una prima-hermana) de 14 años. El matrimonio tuvo nada menos que catorce hijos, uno más que los que tuvieron sus padres. El escritor José María Zavala, en su libro "Bastardos y Borbones" lanza la hipótesis sobre si realmente los hijos que tuvo María Luisa fueron de Carlos IV, al parecer en un documento encontrado del confesor de la reina, ésta reconoce que ninguno de sus catorce hijos son de su marido.

La familia de Carlos IV (1800). Francisco de Goya. Museo del Prado

Nuestro siguiente borbón en la lista es Fernando VII, llamado el Deseado o el rey Felón. Fue rey de España entre Marzo y Mayo de 1808 y, tras la expulsión de José I Bonaparte (José Botella como se le llamaba en España),  nuevamente desde 1813 hasta su muerte. Fernando VII la preparó en el mal sentido, entre 1814 y 1820 restauró el absolutismo, derogando la Constitución de Cádiz y persiguiendo a los liberales. Tras seis años de guerra, el País y la Hacienda estaban devastados sin conseguir restablecer la situación. En 1820 un pronunciamiento militar da paso al conocido Trienio Liberal (1820-1823) restableciéndose la Constitución y los decretos de Cádiz, sin embargo Fernando conspiraba para volver al absolutismo a través de la intervención de los Cien Mil Hijos de San Luis en 1823, vamos que vendió su pueblo a un puñado de mercenarios franceses. Se casó cuatro veces y no fue hasta su matrimonio con María Cristina (otra prima) quien le diera dos hijas como herederas, Isabel y Luisa Fernanda. De varones nada, lo cual acarreaba un problema para la monarquía conforme a la Ley Sucesoria impuesta por Felipe V: reinaría el varón más cercano en parentesco, esto es su hermano, el infante Don Carlos. Para los que se pregunten por los Carlistas, es aquí donde nacen. Zumalacárregui y Ramón Cabrera "El tigre del Maestrazgo", por poner un ejemplo de aguerridos generales carlistas.
(Continuará...)