El alma que ha visto, lo mejor posible, las esencias y la verdad, deberá constituir un hombre, que se consagrará a la sabiduría, a la belleza, a las musas y al amor. Platón, Fedro o de la belleza.
Perhaps he knew, as I did not, that the Earth was made round so that we would not see too far down the road. Isak Dinesen
Sólo vemos lo que miramos. Mirar es elegir. John Berger
Y cogeré hasta el final de los tiempos, las plateadas manzanas de la Luna, las doradas manzanas del Sol. William Butler Yeats

lunes, 9 de abril de 2012

Boarding pass to NY





New York es la ciudad por la que pasan anualmente cerca de 100 millones de pasajeros procedentes de los tres aeropuertos de la región (el Aeropuerto JFK, La Guardia y Newark). Es difícil averiguar el volumen de viajeros que llegaban a la ciudad hace cien años. Por entonces Europa era el escenario de una migración masiva. Miles de personas empujadas por la miseria se embarcaron rumbo al nuevo continente con la esperanza de encontrar "algo mejor".  La única manera de llegar era a través del Océano, cruzar las 3450 millas náuticas (6438 km) que separan Inglaterra de la Gran Manzana se convirtió en una aventura, más que nada porque sufragarse un pasaje en un vapor requería de unos ingresos altos y no todos disponían de dinero para hacerlo. Los que viajan en primera clase, es decir los aristócratas llegaban a pagar entre 260 y 80 libras por un camarote o suite de amplias dimensiones, incluyendo salas de estar privadas y camarotes para sus ayudas de cámara. Los que viajaban en segunda clase eran aquellos que habían alcanzado cierto rango en la sociedad, como profesores, funcionarios, comerciantes, pequeños terratenientes. El precio de sus camarotes podía oscilar entre las 15 y 70 libras. Los pasajeros de tercera clase solían ser familias que emigraban a los Estados Unidos procedentes de Irlanda, Inglaterra, Italia, Suecia, Bélgica...en la mayoría de los casos estos pasajeros lo habían vendido todo para poder pagarse un pasaje e intentar empezar de cero en América. Sus recursos económicos por lo tanto eran ínfimos y el camarote aún más. El precio medio de un pasaje rondaba las 7 libras, aunque muchos viajaban con billetes familiares que oscilaban entre las 25 y 40 libras.



Es curioso cómo incluso en un barco, trazando un perfil transversal sobre el mismo, podemos diferenciar las diferentes clases sociales, desde lo más bajo, las bodegas, a lo más alto, la cubierta y por consiguiente el privilegio a poder respirar aire puro.
Los medios de comunicación se sienten estos días muy cercanos a un hecho histórico que está a punto de cumplir cien años. Vaya, cómo gustan éste tipo de acontecimientos, (sobre todo a James Cameron que parece vivir obsesionado por las reliquias del barco). Las gentes que vuelven a oír la noticia en sus pantallas de televisión o bien los que lo leen en los periódicos, se les vuelve quedar cara de pócker. Soltamos un pequeño alarido o suspiro entrecortado en el que se mezclan morbo y desgracia.
 El hundimiento del Titanic, un 14 de Abril de 1912, dejó boquiabiertos a medio mundo. La máquina de vapor con aspecto titánico pereció en las aguas de la manera más absurda. Un pedazo de hielo desprendido de otro gran iceberg provocó una de las mayores catástrofes humanas que se recuerdan. El Royal Mail Steamship Titanic, "Buque de vapor del Correo Real Titanic" era el segundo buque construido junto a un trío de transatlánticos conocidos como clase Olympic, los mayores y lujosos de su tiempo. La suerte tampoco acompañó a otro de los tres buques. El HMHS Britannic fue requisado en 1915 como barco hospital durante la I Guerra Mundial. El impacto de una mina lo hundió  en el Mar Egeo siendo descubierto casi sesenta años después por el francés Jacques Cousteau.



El Titanic zarpó de Southampton el 10 de Abril de 1912 con destino a Cherburgo en Francia y después a Queenstown en Irlanda antes de adentrarse en el Océano Atlántico rumbo a New York. En estas dos escalas embarcaron sobre todo pasajeros de tercera clase, inmigrantes a los Estados Unidos. La historia de lo que sucedió dos días más tarde la conocemos todos. La colisión con el iceberg se produjo a las 23:40 en la noche del 14 de Abril. Todo sucedió muy rápido, el parte de daños realizado por el constructor del barco, Thomas Andrews, establece un pronóstico muy claro, el barco se hundiría en una hora, a lo sumo en dos. Y así sucedió. De las 2227 personas, entre pasajeros y miembros de la tripulación, tan sólo sobrevivieron 705 aproximadamente. El único buque que acudió al rescate del Titanic fue el Carpathia que tras recibir la señal puso rumbo al lugar del hundimiento. El Carpathia mandó a New York un 15 de Abril el primer telegrama con la noticia del desastre, dicho telegrama va a ser subastado después de cien años y se espera que su venta alcance la cifra de 100,000 libras (unos 121.204,309 euros). El mensaje Marconi decía lo siguiente "Deeply regret advise you Titanic sank this morning fifteenth after collision iceberg resulting serious loss life. Futher particulars later" (Lamento profundamente que el Titanic se hundió el decimoquinto día después de la colisión con iceberg resultando grave pérdida vida. Menciones complementarias posteriores).

Telegrama informando de la tragedia

Puede parecer asombroso que hasta en una subasta internacional se llegasen a pagar hasta 50.000 libras por un juego de llaves de los lavabos de caballeros de primera clase. Cualquier objeto rescatado de las profundidades huele a dinero, hasta el más absurdo. Es curioso también el caso del vigía Frederick Fleet. Él fue quien avistó sin poder creerlo el iceberg a 500 metros y con una elevación de unos 30 metros. Gritó desde el mástil del barco ¡hielo delante! pero demasiado tarde, la maniobra "Full astern" (Atrás toda) no fue suficiente para evitar la colisión. Fleet se salvó del naufragio, sobrevivió a las dos guerras mundiales y finalmente se suicidó: ahorcándose.
Otra de las curiosidades que rodean al naufragio, la protagoniza Joseph Conrad.  Resulta que en las bodegas del Titanic, entre el correo, viajaba un manuscrito de una obra suya, "Karain, a memory". Su destino final y fatal, las profundidades del Océano.



 Me acabo de enterar de que Conrad (1857-1924)  fue de los pocos escritores de entonces que escribieron sobre el hundimiento del buque. En "Algunas reflexiones sobre la pérdida del Titanic" artículo recogido en el libro Titanic, (Gadir, 1912), Conrad vierte durísimas críticas sobre las dos comisiones investigadoras de la catástrofe, comisiones formadas por los senadores norteamericanos y la inoperante Cámara de Comercio inglesa. El escritor defiende a los marinos supervivientes y critica la extravagante empresa comercial de botar un gigantesco hotel de lujo con cuatrocientos camareros y escasos botes salvavidas. Conrad escribe: "Resulta inconcebible pensar que haya gente que no pueda pasar cinco días de su vida sin una suite de hotel, cafés, banda de música y refinados placeres similares. Sospecho que el público no es del todo culpable de ello. Se les empujó hacia todas estas cosas en el curso normal de la competencia comercial. Si mañana se eliminaran todos estos lujos, el público seguiría viajando. No pierdo la esperanza en la Humanidad".





domingo, 1 de abril de 2012

Hay otros mundos pero están en éste.


"Il y a un autre monde mais il est dans celui-ci"
 La célebre frase escrita a finales del S.XIX por el poeta francés Paul Éluard resume la actual convivencia de distintas realidades. El autor, amante de la vanguardia, me transporta al pasado, a un lugar creado para imaginar "otro mundo". Un mundo que cuenta ya con casi un siglo y medio de existencia.
Retrocedamos un poco en el tiempo. Estamos a principios de Mayo de 1889. Viajo cómodamente sentada en el vagón de un tren a vapor con dirección a París. Supe por un amigo que estudia piano allí, que la ciudad se convertiría por unos meses en la capital mundial del arte, de las vanguardias europeas y que cualquiera que desease experimentar el progreso científico y técnico del momento, debía acudir a la Exposición Universal de París.
Viajo ligera de equipaje. Una maleta pequeña, dos libros y el periódico de la mañana en donde se ofrece un amplio reportaje sobre la ciudad en estos días. "Todo hombre civilizado tiene dos patrias: (escriben hoy día 5 de Mayo), la suya y París". Según cruzamos la frontera leo el programa de fiestas de la Exposición, y el porqué de su celebración: el Centenario de la toma de la Bastilla, el inico de la Revolución Francesa, todo un símbolo nacional.
Tras casi veinte horas de viaje y medio dormida, escucho en el pasillo la llegada a Gare du Nord. Me apeo del tren y por fin salgo al exterior. La ciudad es pura efervescencia. Los carruajes tirados por caballos, los cafés atestados de gente, los bulevares. Atravieso Les Halles (el mercado cubierto) y me encuentro con la mayor concentración de frutas exóticas que jamás había visto. El edificio que guarda el mercado es colosal. Entre 1852 y 1870 el arquitecto, Victor Baltard, proyectó los doce pabellones con el techo y paredes de cristal junto a, no sé cuántas columnas de hierro. Y me pregunto: si ésto es un mercado, qué me encontraré ahí fuera.

Les Halles

Atravieso el río Sena por el Pont des Arts con dirección a la Abadía de Saint-Germain des-Prés, la cual me servirá como punto de referencia ya que he reservado una pequeña habitación de hotel cercano a ella. Es increíble según paseo por las calles la magnificencia de esta ciudad. Durante el viaje he leído casi en su totalidad el libro de "Memorias" escrito por el ingeniero que contrató Napoleón III para dar la vuelta a toda una urbe marcada por un pasado medieval. El autor del libro, el ingeniero George Eugêne Hausmman, diseñó entre 1852 y 1870 el París de los bulevares, de las grandes avenidas, toda una renovación urbana al más puro estilo clasicista. Al fin diviso la abadía benedictina. Mi hotel está cerca...
Anoche no pegué ojo, no podía parar de imaginarme la Exposición. Me he levantado temprano con un claro objetivo: llegar cuanto antes al parque del Champ-de-Mars. Estoy ansiosa por visitar la explanada donde se concentran la totalidad de los pabellones y algo que llaman...la torre Eiffel?

Pabellón argentino

Hoy es 6 de Mayo, el día en que se inagura la Exposición. Hay tanta gente que me cuesta llegar a la puerta de entrada. Mi objetivo es visitar primero el pabellón argentino y seguir a la aventura. La Exposición se ubica en un área rectangular de 1 Km2 compuesta por cerca de 80 edificios, siendo el más importante La Galerie des Machines. Se trata de un mastodóntico edificio alargado de unos casi 420 metros de largo y 115 de ancho. Así la describe el arquitecto Jourdain "La galería de las máquinas, con su fantástica nave de 115 metros sin tirantes, su vuelo audaz, sus proporciones grandiosas y su decoración inteligentemente violenta, es una obra de arte tan bella, tan pura, tan original y tan elevada como un templo griego o una catedral". Otro de los atractivos de la Expo es la llamada Historia de la Habitación, creada por Charles Garnier, el diseñador de la ópera de París. Se trata de un conjunto organizado en dos categorías: una prehistórica y otra histórica. En la prehistórica hay estructuras simples ambientadas en hábitats naturales (bosques, rocas, grutas). En la segunda, estructuras de civilizaciones primitivas dan vida y forma a una empequeñecida Asiria y Mesopotamia que ocupan toda mi atención.

Galería de las Máquinas

Me propongo visitar, ahora en compañía de Gêorge, "Le Village Nègre" (el pueblo negro) una atracción donde se muestran 400 negros y que para muchos supone un orgullo nacional. La conquista del hombre blanco ante la barbarie de los pueblos colonizados. Me cuenta mi amigo que ante el marco de la celebración de "igualdad, fraternidad y libertad" se exhiben cientos de indígenas denominados Shelkman u Onas procedentes del sector norte de la Isla Grande de Tierra de Fuego, ubicada en el extremo austral del continente americano. Maurice Maître los capturó en la bahía de San Felipe y se los trajó a París encadenados, con el objetivo de exhibirlos al público. Los mantienen en jaulas y durante la noche les dan de comer como animales. Es lo más parecido a un zoológico humano.


Creo que ha llegado el momento de visitar la joya de tan (sublime) celebración. La Torre Eiffel es..., bueno no sé si puedo describirla en una, dos o tres palabras, creo que nadie hasta ahora había contemplado un amasijo de hierros tan bien colocados. Se necesitaron casi dos años para poner en pie las casi 6900 toneladas de hierro. Varios artistas entre los que se encuentran Alexander Dumas, Charles Garnier o Zola han escrito una carta abierta condenando la torre. La ven como un monstruoso artefacto que destruía el bello perfil de la ciudad, "torre vertiginosa y ridícula que domina París, como una gigantesca y oscura chimenea de fábrica". A pesar de las críticas y el malestar del pueblo parisino por la creación de no se sabe qué clase de artefacto con forma de embudo invertido, la torre está siendo bien acogida por los visitantes de la Expo. Es curioso, cuentan que el año pasado, con motivo de la Exposición Universal de 1888, Gustave Eiffel ofreció construir la torre en Barcelona pero que por razones presupuestarias se desechó el proyecto.



Mi cicerone parisino ya ha hecho planes para esta tarde. Hemos quedado con un compañero del conservatorio, Claude Debussy, para ir a escuchar un recital de música javanesa que se llama gamelan o algo parecido. Se trata de un conjunto instrumental tradicional de las islas de Java y Bali y por lo que me cuentan, utilizan metalófonos, xilófonos, tambores y gongs. No tengo ni idea de cómo sonará pero parece que emiten un suave flujo de sonido atemporal asociado al canto y la danza. Eso seguro que nos da ganas de beber, y celebrar, y perdidos en la noche parisina, la torre Eiffel nos parecerá una enorme pagoda.



Exposiciones Universales de París