Tras un verano cargado de naturaleza, de encuentros finitos con puestas de sol y atardeceres alimentados de luz y melancolía..., pongo fin a la lectura de un libro que ha protagonizado las noches de verano.
Se trata de "Robert Louis Stevenson. De Escocia a los Mares del Sur". Nicholas Rankin. Siglo XXI. 2010. Relato biográfico de uno de los más grandes narradores de historias, "Tusitala" (el escritor de relatos), así lo llamaban los nativos de la isla de Samoa, isla del Pacífico en la que recaló en 1890 hasta su muerte, cuatro años después. Nadie mejor que Henry James, amigo personal de Stevenson para describirlo:
"Ha tenido la fortuna (...) de haberse visto obligado a convertirse, por un proceso no puramente místico y no enteramente inescrutable, en una figura. Escrutarla es innecesario, porque la personalidad ha actuado ya y la encarnación es total. Ahí lo tenéis: ha pasado indeleblemente a ser una leyenda feliz". Henry James, crítica de The letters of Robert Louis Stevenson (1899).
El autor del libro, Nicholas Rankin, se transforma en un Stevenson contemporáneo, viajando a los mismos escenarios donde transcurrió su vida: a la taciturna y misteriosa Edimburgo que le vió nacer en 1850 (Auld Reekie "vieja que echa humo", apodo que recibió la ciudad por la cantidad de toneladas de carbón que se quemaban durante el invierno); o a la Francia más bucólica y efervescente de la segunda mitad del siglo XIX, todo un caleidoscopio de artistas encontraron en la Provenza y la Costa Azul un refugio en donde la creatividad y la juerga venían de la mano. Sin embargo creo que es su viaje al "Lejano Oeste" en busca de su amada Fanny (diez años mayor que él y casada con un buscador de oro) el que marcará definitivamente su vida.
Stevenson, su mujer Fanny, su madre y su hijastro. |
Rankin lleva a cabo un sutil trabajo de investigación, no sólo por trazar una vida con vestigios del pasado, a base de documentación e innumerables referencias a escritores que lo conocieron en persona, añade al mismo tiempo tal carga emotiva, que es por la que, sin querer, el lector se convierte en el mismo Stevenson.
Sorprendente fue para mi enterarme que, Graham Green (1904-1991) fue primo hermano de Stevenson (1850-1894), pero con dos generaciones interpuestas. En 1948 Greene tenía cuarenta y cuatro años, la edad a la que Stevenson murió, aquel año escribió dos artículos sobre su primo. El primero fue "Two friends", una reseña de Henry James y Stevenson: Crónica de una amistad. Correspondencia y otros escritos. Greene describe la frente abombada de James y su parecido al príncipe de Gales. Luego estaba Stevenson: "(...) el otro, el hombre de la cara nerviosa y chupada, las piernas larguiruchas, ese bigote tan visto, chapoteando por los vados a medianoche, arriesgándose a una bala por asuntos de policía parroquial, poniendo en peligro su vida todos los días: una vida que vivió sin aparente propósito, salvo quizá un vivo deseo de demostrar que podía ser otras cosas aparte de escritor".
Nicholas Rankin emprende este viaje narrativo en una librería de Londres en 1984. Allí mismo y sin más dilación echa mano a una vieja edición de bolsillo de "El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde" (The Strange Case of Dr. Jekyll y Mr. Hyde) y las "Fábulas" de R. Louis Stevenson. Durante esos días de otoño se celebraba en la capital inglesa y con la presencia de Jorge Luis Borges un encuentro de escritores en la Sociedad Anglo-Argentina. Rankin lo llamó por teléfono a su hotel y concertaron un encuentro. Pensó en llevarse el ejemplar recién adquirido a su entrevista, ya que (quizás) a Borges le gustaría que alguien le leyera una líneas sobre un libro escogido debido a su ceguera. Borges ya había hablado sobre sus preferencias en su famoso ensayo de 1960 "Borges y yo": "Me gustan los relojes de arena, los mapas, la tipografía del siglo XVIII, las etimologías, el sabor del café y la prosa de Stevenson", a si que...qué mejor elección que las "Fábulas".
--Borges: Ha traído algo para leerme, no?
--Rankin: Eee...sí, sí. ¿Conoce las Fábulas de Stevenson?
--Borges: Pues claro. Acabo de traducirlas al castellano, van a publicarse en Buenos Aires.
--Rankin: ¿Cuál le gustaría oír primero?
--Borges: "La canción del mañana" (Song of Morrow) es buena, no?
Aquella misma noche salieron a cenar, Borges, María Kodama (su compañera) y Nicholas Rankin. Se dirigieron a un pub de falso estilo victoriano de guata, felpa y latón.
--Borges: ¿Hay hooligans? --les preguntó Borges con interés y a su vez propuso un brindis.
--Rankin: ¿Con qué brindamos?
--Borges: Un brown ale me parece bien. Por Stevenson!!--brindó Borges, y bebieron.
Stevenson y familia camino de New York |
En el verano de 1881, los Stevenson (Robert Louis y Fanny), ya como marido y mujer regresan a Escocia tras su periplo americano. Es en esta época de tranquilidad cuando Stevenson escribe el libro que le dió fama mundial y por el que todos le recuerdan, "The treasure island" (La isla del tesoro). Aquello comenzó siendo un relato de diecisiete entregas para la revista Young Folks, sin cosechar gran éxito entre los lectores. No fue hasta Noviembre de 1882 cuando apareció en forma de libro por intervención de los editores, W.E. Henley y Cassell & Company. Stevenson cobró 100 libras de adelanto por sus derechos, y la tirada de la primera edición fue de 2.000 ejemplares. Desde entonces, La isla del tesoro nunca se ha descatalogado.
Escocia, Cockfield, Francia, América...Rankin no descansa. Para la elaboración de tan magnífica biografía, viajamos en un vagón de la Compañía Union Pacific, atravesamos los Estados Unidos de la Costa Este a la Oeste, visitamos Monterrey, la antigua capital del Pacífico y regresamos de nuevo a la vieja Europa. Es en ese momento cuando la familia Stevenson planean abandonar definitivamente el continente y viajar hasta la lejana Samoa, en los Mares del Sur.
R.Louis Stevenson sufría de tuberculosis ("la peste blanca", la llamaban) y según cuentan no recordaba sentirse bien ni un sólo día de sus últimos quince años de vida. A eso le añadimos su pasión por el tabaco y la relación que se estableció entre su afición a fumar y la creación literaria. El 20 de Enero de 1890, Stevenson escribió desde Samoa a su antiguo médico en Escocia y le dio la noticia de un "descubrimiento médico": "Veo que el resfriado se combate (casi de inmediato) con extracto de líquido de coca; dos o (si es persistente) tres cucharaditas al día durante (...) de unos a cinco días, por lo general equivale a despedirse del resfriado. He visto que produce calor de inmediato, frenando los síntomas (...) e impidiendo el avance de la enfermedad".
Casa de los Stevenson en Vailima (Samoa) |
A finales del siglo XIX se tenía buena opinión de esta droga, Freud la utilizaba habitualmente y Conan Doyle creía agudizar las facultades de su famoso detective con una solución de cocaína al siete por ciento.
El Stevenson de Samoa fue al mismo tiempo antropólogo, reportero e historiador, allí vivió los últimos seis años de su vida (1888-1894) y fue allí donde descubrió un lugar: "donde el siglo XIX sólo existe en puntos dispersos, y a su alrededor gira una tierra de nadie de las edades, un amasijo de épocas y razas, barbarismos y civilizaciones, virtudes y delitos".
Stevenson en el centro rodeado por Samoanos |
Despedirme de Robert Louis Stevenson no ha sido nada fácil, por unos días he formado parte de su gran viaje, nada menos que tres continentes. He sido testigo de la entrega por volúmenes de sus grandes relatos, he conocido a los pieles rojas del Lejano Oeste, he bebido brandy y fumado unos cigarrillos en la compañía de Henry James...
Stevenson murió de repente tres semanas después de cumplir los 44 años, según parece no se lo llevó la tuberculosis sino un derrame cerebral, lo enterraron en lo alto de una colina.
Nicholas Rankin pasea hasta el lugar y se sitúa junto a la tumba, enciende un cigarrillo en honor a Fanny y Stevenson y lo posa sobre la cabaña con el techo de hierba que hay junto a la sepultura. Mientras observa el lugar, lee en voz alta el epitafio que el mismo Stevenson redactó y que está inscrito en una placa con su nombre y fechas.
Bajo el inmenso y estrellado cielo,
cavad mi fosa y dejadme yacer.
Alegre he vivido y alegre muero,
pero al caer quiero haceros un ruego.
que pongáis sobre mi tumba este verso:
Aquí yace donde quiso yacer;
de vuelta del mar está el marinero,
de vuelta del monte está el cazador.
(Nota de Nicholas Rankin: RLS se ha convertido en un flautista de Hamelín, tiene el poder de hacerse seguir por los demás.Y quien sigue a un escritor ha de habérselas con más de un yo cuando escribe de sus viajes)
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