El alma que ha visto, lo mejor posible, las esencias y la verdad, deberá constituir un hombre, que se consagrará a la sabiduría, a la belleza, a las musas y al amor. Platón, Fedro o de la belleza.
Perhaps he knew, as I did not, that the Earth was made round so that we would not see too far down the road. Isak Dinesen
Sólo vemos lo que miramos. Mirar es elegir. John Berger
Y cogeré hasta el final de los tiempos, las plateadas manzanas de la Luna, las doradas manzanas del Sol. William Butler Yeats

jueves, 27 de octubre de 2011

La cueva de los nadadores


En Octubre del año 1933 se descubrió uno de los espacios de arte rupestre más sorprendentes que se conocen. Se trata de la Cueva de los Nadadores (Cave swimmers) en pleno desierto Líbico. Éste enigmático lugar en realidad se conoce como Wadi Sora, situado en el Sudoseste de Egipto a lo largo del borde occidental de la meseta de Gilf Kebir.


La cueva fue descubierta por László Ede de Almázy de Zsadány y Törökszentmiklós (1895-1951) apodado Abu Ramla "Father of the Sands". Húngaro de nacimiento, de familia noble pero sin título, se pasó la vida estudiando el desierto. Fue de todo, aviador, investigador, arqueólogo, soldado, explorador, geógrafo y participó en las dos guerras mundiales. Se pasó al bando alemán durante la II Guerra Mundial, incluso tuvo varios encuentros con el zorro del desierto Rommel de cuyas manos recibió la Cruz de Hierro. En su haber expedicionario junto a Sir Robert Clayton y Patrick Clayton destaca el descubrimiento de Zerzura "El oasis de los pájaros", un lugar mítico del que ya hablan escritos que datan del siglo XIII. En ellos se  mencionan una ciudad que es "blanca como una paloma" a la que llamaban "Oasis de las pequeñas aves". Su obsesión por el desierto le llevó incluso a la búsqueda del ejército del rey persa Cambises II. Según Herodoto (Historia, III, 26) fue sepultado durante el desayuno por una gran tempestad de arena, hace 2.500 años en su marcha contra los amonitas del oasis de Siwa.


La cueva de los nadadores era ya conocida por los beduinos mucho antes de la llegada de los ingleses y los italianos al desierto líbico. Éstos atribuían las pinturas a un Djinn (espíritu, fantasma), capaz de dar vida a un ejército de nadadores: figuras humanas nadando en medio de la nada, flotando entre las paredes de cuevas y galerías en pleno desierto, incapaces de imaginar un oasis eterno, hace ya miles de años...; Lo que sí sabemos es que las pinturas representan con toda fiabilidad la existencia de un oasis muy extenso, en donde habitaban orix, jirafas, antílopes, y humanos que disfrutaban de la natación.


La figura de Almázy ha estado siempre envuelta por la confusión y la incredulidad. Escribió varios libros entre los que destacamos "Nadadores en el desierto" donde combina las hazañas bélicas con el amor al desierto, sus misterios y los conocimientos para vivir en él, desde la importancia para descifrar los rastros de los vehículos hasta los excrementos de camello. Escribió otro libro que casi le cuesta la vida, "Con el ejército de Rommel en Libia", en el que Almázy explicaba en 1943 con tono entusiasta sus muchas hazañas bélicas enrolado en el Afrika Korps como asesor del mariscal en materia de desierto, agente de inteligencia y jefe de aventureras patrullas alemanas tras la líneas enemigas. Los rusos y comunistas húngaros quisieron enjuiciarle por ello después de la guerra acusado de escribir propaganda fascista pero finalmente se libró del paredón gracias a la intervención de los servicios secretos aliados para los que trabajó como agente doble durante la II Guerra Mundial. Almázy cayó enfermo en 1951 durante una visita a Austria, donde murió de disentería en un hospital de Salsburgo. En el epitafio de su tumba sus compatriotas húngaros grabaron en 1995: "Pilot, Saharaforscher und Entdecker der Oase Zarzura" (Piloto, Explorador del Sahara y descubridor del Oasis de Zerzura).

jueves, 13 de octubre de 2011

La rana voladora



Los relatos de exploraciones europeas hace mucho tiempo que se acabaron. Esos viajes que duraban años, de los cuales no sabíamos nunca sí sus protagonistas volverían, sí habrían pillado una enfermedad contagiosa como la malaria, el dengue o el tifus; o sí habrían sido apresados por alguna tribu, que finalmente acababa con sus vidas por considerarles hechiceros o por convertirse en invitados algo molestos en tierras incógnitas. Uno de los más famosos lo escribió Alfred Russel Wallace a  mediados del siglo XIX sobre su viaje al Archipiélago MalayoWallace, que fue naturalista, antropólogo, geógrafo, explorador, biólogo y británico, se embarcó en un viaje a lo largo del Archipiélago Malayo, inspirado por las crónicas de otros exploradores naturalistas. Durante este viaje recolectó más de 125.000 especímenes en el archipiélago, de los cuales más de 80.000 eran escarabajos. Entre los especímenes los había de más de mil especies que no habían sido identificadas anteriormente. Las crónicas y aventuras en el archipiélago fueron publicadas en 1869 bajo el nombre de The Malay Archipelago, la cual se convirtió en uno de los diarios de exploración científica más populares del siglo XIX, influyendo a escritores como Joseph Conrad para su novela Lord Jim.


Una de sus descripciones zoológicas más famosas fue la rana protagonista de ésta historia. Entre los años 1854-1862, descubrió una de las especies más singulares de la fauna del planeta. Se trataba de una rana que volaba que hoy se conoce como rana de Wallace. El naturalista inglés se percató de que la rana debido a sus pies de gran tamaño y muy palmeados era capaz de planear entre los árboles, aptitud de una rana hasta entonces desconocida en el Occidente europeo, lo cual debió influirle bastante para darle nombre al anfibio: Rhacophorus nigropalmatus 


Las descripciones del archipiélago detallan sobremanera la actitud de Russel Wallace frente los simios y orangutanes, mono que veía mono que aniquilaba. "...Cuando vinieron a avisarme que habían visto un orangután en un árbol del pantano, inmeditamente cogí la escopeta y tuve la suerte de encontrarle en el mismo sitio. Al acercarme pude dispararle dos tiros que le hicieron caer herido de muerte. Era un macho en mitad de su desarrollo y apenas tenía tres pies de altura".(...)
"Le disparé cinco tiros y lo dejé muerto en la copa del árbol, entre dos ramas que le impedían caer. De regreso a casa, encontré dos dyaks con los que volví al bosque, haciendo que treparan al árbol para recoger al animal, que era el primer ejemplar en todo su desarrollo del que me apoderaba" .


El viaje al archipiélago malayo fue decisivo para la ciencia en el siglo XIX. Russel Wallace observa que para conseguir una mejor adaptación al medio, se producen una serie de cambios y de reajustes en las especies que transmitían a su descendencia. Hablaba de que los fuertes sobrevivían como consecuencia de la selección natural. En una carta dirigida a Darwin en 1858, Russel Wallace le expuso su teoría sin saber que habían llegado, por medios diferentes, a la misma conclusión. Mientras Russel Wallace continuaba su incansable labor de atrapar aves e insectos en el archipiélago malayo, Darwin publicaba El origen de las especies.
Alfred Russel Wallace murió en 1913 a los noventa años en "Old Orchad", su casa de Dorset, en cuyo jardín florecían más de doscientas especies de plantas subtropicales.