El alma que ha visto, lo mejor posible, las esencias y la verdad, deberá constituir un hombre, que se consagrará a la sabiduría, a la belleza, a las musas y al amor. Platón, Fedro o de la belleza.
Perhaps he knew, as I did not, that the Earth was made round so that we would not see too far down the road. Isak Dinesen
Sólo vemos lo que miramos. Mirar es elegir. John Berger
Y cogeré hasta el final de los tiempos, las plateadas manzanas de la Luna, las doradas manzanas del Sol. William Butler Yeats

sábado, 3 de marzo de 2018

La chiquita piconera



"La chiquita piconera"(1930) Julio Romero de Torres

...Y así deambulaban entre boulevares, terrazas y jardines, sin rumbo fijo. Se habían conocido hacía escasamente una semana, por allí, por la veredita del medio. Ella cabilaba pensamientos y deseos...y él tan disperso en su ensimismamiento, tarareaba y susurraba un nombre-sin nombre-

¡Ay! decían las gitanillas al paso...qué desazón causa el desencuentro y qué amargura el desamor pero qué alegría desprenden tus ojillos pequeña, cuando el que te gusta, te busca y te lleva detrás del Darro, a eso que llaman encontrarse y besarse...que después llega todo lo demás.

Él solía apostillarse al final del puente, ese que une fuente y caudal, encendía un cigarrillo y le echaba los restos a su tarde de verano hasta que la veía acercarse a ella... por allí en la lontananza y por un camino empedrao...su silueta se asemejaba a un jarrón nazarí, con un nacimiento curvado, sinuoso,  que se estrechaba conforme su mirada se apoderaba del perfil de su falda hasta llegar a la cintura. Entonces allí, justo en ese momento, escondía la mirada por el rubor de sus mejillas.

Ella se deslizaba lisonjera, despacito y caminando. Su cadera a cada paso golpeaba con el zócalo de las paredes una y otra vez, creando un baile acompasado de punta y tacón, como tintineo que susurra al viento.
Sus miradas se cruzaban escasos segundos, lo inmediato se hacía eterno. Se atrapaban en deseo. Un ápice de placer que duraba lo que suspiro, osea ná....y así continuaba ella el paso, firme, altiva, sin aspavientos, como le había enseñado su madre, y así marchaba camino a casa, con el canasto lleno de picón, orgullosa de quererse y desear a ese canastero-sin nombre-

-Ay! quédate y siéntate al sol- le dijo él a ella
--Si quieres que yo te quiera ya no acepto condiciones, que ya no quiero dolor.
-Ay morena! un sabio me vaticino: tu pare y tu mare consejos me daban pa que yo no te camele cada día te quiero más. (letra "Tangos de la Condición")

Y con las mismas ella se alejó, sin volver la cabeza hacia él, esperando con ansia eso sí, que llegara el día de mañana, a la misma hora y en el mismo lugar.


Río Darro (circa 1930). Granada.