El alma que ha visto, lo mejor posible, las esencias y la verdad, deberá constituir un hombre, que se consagrará a la sabiduría, a la belleza, a las musas y al amor. Platón, Fedro o de la belleza.
Perhaps he knew, as I did not, that the Earth was made round so that we would not see too far down the road. Isak Dinesen
Sólo vemos lo que miramos. Mirar es elegir. John Berger
Y cogeré hasta el final de los tiempos, las plateadas manzanas de la Luna, las doradas manzanas del Sol. William Butler Yeats

miércoles, 23 de diciembre de 2015

Iván Yakovlevitch Bilibine, el gran ilustrador de cuentos rusos.



Diseño escénico para la ópera Le coq d´Or  (1909)

"Añorar el pasado es correr tras el viento" (Proverbio ruso)
No llega el frío y a mi me da por ver nieve donde no la hay, por leer a Colin Thubron y su magnífico relato de viajes sobre Siberia, por interesarme por la madre Rusia y por volver a ver varias veces en el mismo día "Los hermanos Karamazov"  (1958) de Richard Brooks y a un magnífico Yul Brynner interpretando el papel de Dimitri, el hermano que derrocha el dinero en juergas, en bebida y que termina "desesperadamente" enamorado de Grushenka.
Pero todo esto viene a colación por el descubrimiento de otro ilustre ruso: Iván Yakovlevitch Bilibine (San Petersburgo 1876-1942). Es de suponer que a todos de pequeños nos han leído o hemos leído alguna leyenda popular rusa. A mi me encantaba un relato "Las aventuras de Vania el forzudo" de Otfried Preussler, en el que un joven campesino ruso debe superar varias pruebas de gran exigencia para acceder al trono.

Iván Tsarévich atrapando la pluma del pájaro de fuego  (1899)

Pero regresemos a nuestro personaje de hoy. Iván Bilibine fue uno de los ilustradores más influyentes del siglo XX. Hechiceras, animales que hablan, príncipes, hadas, doncellas, forman parte de las leyendas populares rusas. Todo este elenco fantástico adquirieron cara y cuerpo gracias a las ilustraciones de Bilibine, especializado en cuentos folclóricos rusos, en decorados y en vestuarios de ballet. Bilibine inaguró un estilo de ilustración nuevo, marcado por la cultura oral y las referencias históricas. Comenzó muy joven a interesarse por la pintura. Estudió con Iliá Repin (1844-1930), un destacado pintor y escultor ruso del movimiento artístico Peredvizhinki, enmarcado en el realismo. La potencia artística que generó el cambio de siglo le llevaron a acercarse a movimientos como el Art Nouveau, el Expresionismo y el grabado japonés de finales del XIX. Entre 1902 y 1904 realiza una serie de viajes por el Norte de Rusia, donde queda fascinado por la arquitectura antigua de madera y el folclore ruso, publicando sus hallazgos en la monografía Artes folclóricas.

El jinete rojo de Vasilisa la Hermosa (1899)

Bibiline destacó sobre todo por la precisión histórica con la que trata a los personajes de los cuentos, los cuales son un bello retrato de su imaginación. Bilibine hizo un excelente trabajo de interpretación sobre las pinturas medievales rusas, de ellas extrajo los vestidos, los peinados, los paisajes, los bosques, las casa de madera, los palacios, todo un perfecto decorado de cuento.

Vasilisa la Hermosa (1899)

Sadko

El estallido de la Revolución rusa de 1905 convulsiona a la sociedad rusa. El objetivo de la marcha era entregar al zar una petición de mejoras laborales y no respondía a ninguna consigna política, era fundamentalmente campesina y obrera. La sangrienta represión provocó una oleada de protestas en toda Rusia. Bilibine aprovecha el momento para sacar una serie de caricaturas revolucionarias, así como carteles propagandísticos. No se sabe mucho más de su papel en la Revolución como ilustrador, lo que si sabemos es que a partir de este hecho se exilia a El Cairo y Alejandría. Tras su estancia en Egipto decide fijar su residencia en París junto a su esposa Alexandra Chtchekana Potoskaia, donde trabaja como decorador de ballets, óperas y representaciones teatrales.  Lo último que se supo de él es que regresó a San Petersburgo (entonces, Leningrado) en 1935, muriendo en 1942 durante el sitio alemán.

Retrato de Iván Bilibine por Boris Kustodiev (1901)

The Brothers Karamazov dirigida por Richard Brooks (1958)

sábado, 12 de diciembre de 2015

Una mujer a bordo del Boudeuse: la Primera Expedición Científica alrededor del mundo (1766-1769)

Jeanne Baret disfrazada de hombre

Situémonos en la Francia de finales del siglo XVIII. No nos puede resultar demasiado difícil imaginar que está sucediendo. Una revolución está apunto de estallar, produciéndose uno de los mayores cambios en la Historia de la Humanidad. Junto a todos éstos cambios sociales y políticos, nos encontramos una nación, Francia, que tampoco quiere sentirse apartada del mundo de las exploraciones y expediciones científicas. Hasta entonces, españoles, holandeses y portugueses se vanagloriaban de ser los mayores conquistadores. Pero, ¿y Francia?.

Grabado que acompaña el libro Voyage autour du monde (1792)


Han pasado casi doscientos años desde que Magallanes y Elcano circunnavegaron el planeta y el Rey Louis XV empieza a plantearse si no es el momento de hacer lo mismo. Año 1766, el rey da permiso para realizar el primer viaje de expedición científica alrededor del mundo (1766-1769), con un claro objetivo: reforzar el prestigio de Francia maltrecho en su derrota en la Guerra de los siete años. Ante semejante reto, eligen como capitán, al explorador, militar y navegante, Louis Antoine de Bougainville, una tripulación y un equipo científico formado por el astrónomo Veron, el naturalista y botánico Philibert Commerson, y junto a él, su ayudante de cámara (su amante en realidad) Jeanne Baret, una mujer disfrazada de hombre y la primera en dar la vuelta al mundo. Así da comienzo uno de los viajes más importantes para la navegación francesa.

Louis Antoine de Bougainville

Bougainville se convierte en el 14º navegante de la historia occidental y en el primer francés en circunnavegar el globo, a bordo de la fragata Boudeuse y la urca L´Ètoile junto a una tripulación de casi 320 hombres. El viaje comienza un 15 de Diciembre de 1766 en Brest (Francia). Bougainville parte a bordo de la fragata Boudese con destino a Río de Janeiro en donde se le unirán en el segundo barco el naturalista y su amante. Jeanne Baret disfrazada de hombre y ocultando su verdadera identidad pretende desarrollar su labor botánica, (identificación de plantas, recoger muestras), en un claro desafío a la Marina Real ya que se prohibía totalmente a las mujeres subir a bordo. Una ordenanza real de 1689 castigaba con severas penas e incluso la muerte a toda mujer que se enrolase en un buque bajo pabellón real pero ella arriesgó su vida por encontrar el sueño de su vida, dar la vuelta la mundo. "Jean Barré" como se hacía llamar Jeanne a bordo, era un mozalbete de aspecto afeminado como podemos suponer todos.

Fragata Boudeuse

El primer objetivo del viaje suponía entregar las Islas Malvinas a los españoles, hasta entonces en poder de los franceses, que tras la Guerra de los siete años se establecieron en la colonia de Port St Louis (actual Puerto Soledad). Esto provocó un pequeño conflicto con Gran Bretaña y España ya que se intuía que las Malvinas podrían convertirse en una base de retaguardia para atacar su oro de Perú. La cuestión es que las islas fueron vendidas a los españoles y la población francesa evacuada de allí. (Como dato curioso decir que los ingleses arrebataron el territorio a los argentinos un 2 de Enero de 1833 y les dieron el nombre de Falklands). Pero regresemos a nuestra historia. La siguiente parada, tras meses de navegación por el Océano Pacífico fue Tahití, que acababa de ser descubierta por el inglés Samuel Wallis. Durante su estancia, se desarrolló una extensa labor científica. Se sabe que Jeanne recogió y clasificó un total de setenta especies de plantas en lugares hasta entonces poco estudiados por la ciencia. En realidad se sabe que fue Jeanne la verdadera artífice del estudio de las especies ya que el botánico oficial de la expedición (y amante) sufrió una larga enfermedad a bordo y tuvo que delegar gran parte del trabajo de campo en ella. Commerson en un acto de agradecimiento que conocemos por notas personales, intentó bautizar (aunque en vano) como Baretia ("de Barret") a todo un género de plantas tropicales, conocido hoy día como Turraea, de la familia de las Meliaceae.




A su llegada a las Islas Mauricio, Jeanne Barret fue desenmascarada y obligada a desembarcar junto a Commerson que moriría unos años más tarde. Apartada del mundo, sola y sin muchos recursos a su alcance consiguió abrir una taberna en Port Louis, en donde conoció a un oficial francés con quien se casó en 1774. La pareja decidió regresar a Francia completando Jeanne su ansiada vuelta al mundo. A su vuelta de Isla Mauricio, Jeanne se llevó consigo las muestras botánicas, 30 cajas que contenían algo más de 5000 especies. A pesar de sus contribuciones científicas, el rastro de Jeanne ha permanecido oculto durante casi dos siglos y medio. Un botánico de la Universidad de Utah, Eric J. Tepe ha rescatado para la ciencia la figura de esta mujer de la que no queda huella en ninguna de las colecciones botánicas del Museo Nacional de Historia Natural. Ninguna de la plantas que descubrió lleva su nombre declinado en latín como era costumbre, sin  embargo Eric Tepe ha logrado devolver a Jeanne a los manuales de botánica, dándole a una planta el nombre científico de Solanum Baretiae. Se trata de una planta que crece al sur de Ecuador y norte del Perú y se la ha escogido porque sus hojas varían de forma, igual que la planta que, inicialmente iba a llevar su nombre.


Museo de Historia Natural de París