El alma que ha visto, lo mejor posible, las esencias y la verdad, deberá constituir un hombre, que se consagrará a la sabiduría, a la belleza, a las musas y al amor. Platón, Fedro o de la belleza.
Perhaps he knew, as I did not, that the Earth was made round so that we would not see too far down the road. Isak Dinesen
Sólo vemos lo que miramos. Mirar es elegir. John Berger
Y cogeré hasta el final de los tiempos, las plateadas manzanas de la Luna, las doradas manzanas del Sol. William Butler Yeats

lunes, 19 de noviembre de 2012

Sittin´On the Dock of the Bay

Lang Co Bay (Viêtnam)

Halong Bay (Viêtnam)

Tan sólo habían transcurrido un par de semanas de mi vuelta del viaje que me llevó por la costa del litoral de Vietnam. Mis pies todavía conservaban las rozaduras de las sandalias. Percibía en la distancia el sabor de la sal del Mar de China, el color azul prusia del oleaje, la dicotomía del paisaje. La arena de sus playas dibujaban en mi recuerdo su rostro, el rostro de un ser al que no volvería a ver jamás. Sus manos, la estructura de su cuerpo, su cabello, su piel adormecida a mi lado. Sentía un desvanecimiento extremo, cansancio, sed. Se mezclaban las ganas de llorar con el impulso de volar hacia ninguna parte, como cuando ves descender un globo hinchado de calor que flota a la deriva.
Ahora me hallaba sentada entre las rocas, apoyada en un saliente que da al mar. Llevo varias horas aquí, adormecida por la brisa y el sol, tarareando sin parar una canción. La letra que repetía a lo largo de mi viaje. Aquellas palabras se convirtieron en un aliado frente a lo desconocido, en un compañero.

"Sentado al sol de la mañana
estaré sentado cuando llegue la tarde
mirando girar los barcos
y mirándolos alejarse de nuevo

Sentado en el muelle de la bahía
mirando bajar la marea
simplemente estoy sentado en el muelle de la bahía
desperdiciando el tiempo

Dejé mi hogar en Georgia
encabezado por la bahía Frisco
porque no tenia nada por lo que vivir
y parece que nada va a venir a mi camino

Pues simplemente estoy...

Parece que nada va a cambiar
todo aún continúa lo mismo
No puedo hacer lo que la gente me dice que haga
pues creo que seguiré de la misma forma

Aquí sentado, descansando mis huesos
y esta soledad no me dejará sólo
he vagado dos mil millas
solo para hacer de este muelle mi hogar

Ahora, simplemente estoy..."


lunes, 22 de octubre de 2012

Viaje a la isla encantada con David Attenborough




Qué gran sorpresa me llevé hace unos días cuando por casualidad, me encuentro con la emisión del documental "ZOO QUEST IN COLOR" del gran David Attenborough. Parece ser que hace unos tres años, una investigadora se topó por casualidad en los archivos de la BBC, con una lata que contenía la serie documental rodada enteramente en Indonesia, pero en color y que nunca fue revelada ni vista. Dicha anécdota ha hecho posible que podamos disfrutar de uno de los documentales más interesantes sobre la fauna del Archipiélago y cómo no, con la magnífica presencia de Attenborough. Reedito dicha entrada escrita en Octubre del 2012 con la misma emoción que entonces.

En la última feria del Libro de Ocasión encontré una joya titulada "Un dragón para el zoo" (Barcelona: Universal, 1994), escrito por David Attenborough (London,1926). Trata sobre un viaje realizado en 1957 al Archipiélago Indonesio, desde la isla encantada de Bali hasta la isla de Comodo. Durante cuatro meses Attenborough se embarcó en una pequeña odisea: un viaje por la historia de un pueblo marcado por un pasado hegemónico y por una flora y fauna, única en el mundo.
En palabras del autor, aquellos meses se convirtieron en un complicado viaje cargado de múltiples anécdotas. Desde el soborno a la policía local para conseguir los visados y permisos de filmación, hasta la llegada a la isla de Comodo y todo a bordo de una especie de velero y guiados por contrabandistas de armas!
El objetivo de tan singular viaje consistía en filmar al último de los dinosaurios (vivos), el dragón de Comodo. Antes de llegar a la isla del dinosaurio, Attenborough y su compañero de viaje, Charles Lagus sortearon toda clase de inconvenientes burocráticos para la filmación del documental. En realidad era la primera vez que un par de ingleses se adentraban en la jungla en busca de animales, a lo que no estaban muy acostumbrados los indonesios. Lo normal era ir a visitar templos y ruinas como el famoso "Borobudur" en la isla de Java, o adentrarse por las numerosas carreteras accidentadas en busca de la vida rural del campesino: campos de arroz y sombreros cónicos de paja.

"La gente que veíamos trabajando en el campo o caminando por la carretera era alta y bien parecida (...) Muchas mujeres iban desnudas de cintura para arriba, cosa nunca vista en la musulmana Java (...) Las autoridades indonesias, temerosas de lo que los extranjeros consideren tal actitud natural como prueba de primitivismo, prohíben que los turistas fotografíen a las campesinas así desvestidas".


Borobudur Temple

Nuestro protagonista descubre un país y una civilización cargada de un fuerte simbolismo. La música del gamelán y presenciar sus danzas tradicionales transportan al viajero a un lugar mágico. Los artistas llevan gigantescas máscaras y representan a seres nacidos de la mitología indonesia como el barong, que sostienen al espíritu del bosque. 
El barong es uno de los más poderosos y terribles espíritus de Bali, monstruo cuadrúpedo, con espeso pelambre, con máscara de ojos globulares y feroces colmillos salientes, del que cuelga su más poderoso atributo: una larga barba de cabello humano. Los balineses han procurado siempre aplacarlo y él en consecuencia, usa sus poderes para proteger a la comunidad.





El salto de isla en isla a lo largo del alineado archipiélago les permitió conocer  la inmensa cadena volcánica que se extiende desde el sur de Sumatra, hasta las Filipinas, pasando por Java, Bali y Flores. La influencia de los volcanes en la isla y sus habitantes es inmensa. "Sus hermosos pero amenazadores conos dominan el paisaje; la lava y las cenizas, acumuladas de muchos siglos a esta parte, convierten el suelo de Java en uno de los más fértiles del mundo, y el terror de sus períodos de actividad ha motivado que la mitología indígena los considere como morada de poderosas divinidades".


La siguiente parada en el viaje fue la isla de Borneo, lugar donde habita el orangután, magnífico simio, cuyo nombre en malayo significa hombre del bosque.

Lo realmente complicado del viaje fue llegar hasta Comodo y encontrar al dragón. Por aquellos años no era habitual el trasiego de extranjeros deseosos de embarcarse rumbo a una de las islas más desconocidas del Archipiélago.

"¿Cómo ir a Comodo? He aquí un problema que la gente de Surabaya no debía tener costumbre de plantearse. La isla se halla a quinientas millas de distancia y es la quinta de un rosario de islas que se extiende desde Java hacia el Este, con dirección a Nueva Guinea. Ninguno de los funcionarios del Gobierno con quienes tratamos supo decirnos la manera de trasladarnos allí; de modo que tuvimos que averiguarlo por nuestra cuenta".






Attenborough deseaba filmar el dragón en su hábitat y a ser posible cazar un ejemplar. Los primeros datos que se conocen del dragón de Comodo los realizaron unos europeos en 1910. Hasta esa fecha nadie sabía de su existencia. El teniente Steyn Van Hensbroek, de la administración colonial neerlandesa, acuñó el término "cocodrilo terrestre". A partir de ese momento el descubrimiento se difundió de forma generalizada. El dragón de Comodo fue uno de los alicientes para una expedición a la isla, realizada por W. Douglas Burden en 1926. Capturaron doce ejemplares. Dicha expedición sirvió de inspiración a la película "King Kong"  filmada en 1933.  Los neerlandeses (por entonces Indonesia estaba bajo soberanía holandesa), dado el escaso número de ejemplares en estado salvaje, prohibieron la caza deportiva y restringieron la captura para estudios científicos. Las expediciones de recogida se detuvieron al comienzo de la II Guerra Mundial para reanudarse en la década de los años 50, momento en el que se realiza el viaje de Attenborough.



´

El viaje se enmarca dentro de la serie televisiva "Zoo Quest" realizada entre 1954-1963. Cada episodio se centra en un animal particular del trópico, sin olvidar la vida salvaje y las costumbres de los lugares. La serie tuvo tanto éxito que se convirtió en el programa de vida salvaje más popular de la televisión británica y estableció la carrera de Attenborough como presentador de documentales de Naturaleza. A partir de aquí la profesión de divulgador científico cobró el nombre en David Attenborough. Hablar de su vida o su carrera profesional no tiene mayor misterio. Todos hemos visto su cara y cuerpo enmarañado en la jungla, acompañando a un ejército de hormigas o al lado de un selecto grupo de tortugas centenarias en las Galápagos. Si este viaje es importante es porque a partir de este momento Attenborough se convierte en uno de los pioneros del documental como género, faceta de la que aún hoy no se ha retirado a sus noventa y tantos años.








Archive BBC
Entrevista a David Attenborough
Zoo Quest to Guiana 1955

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Hacia los Templos de Bagán en Birmania (I)


Aquella era una mañana calurosa del mes de Noviembre en un país en el que no existe el otoño. El sol no tardó en despertarse a eso de las cinco. Nosotras, Isabel, Paloma y una servidora nos desperezamos de la cama dando un salto casi olímpico. Ese día, tomábamos rumbo en barco a uno de los rincones del mundo donde quizá nada ha cambiado, un lugar tan misterioso y bello que permanece oculto en el llano. Ese lugar es Bagán (Birmania).
El barco que comunica la ciudad legendaria de Mandalay (al norte del país) con Bagán, era una especie de vapor del Missisippi, o al menos a mi me lo parecía. La popa estaba provista de esa gigantesca rueda hidráulica que impulsa el motor del barco y lo lleva rio abajo en un recorrido de casi 170 kilómetros y 13 horas. Toda una aventura por la mayor cuenca fluvial que atraviesa el país, el río Irrawaddy, "el rio que brillaba como si arrastrara diamantes" así lo describió George Orwell (1903-1950) cuando trabajó para la Policía Imperial India en Birmania.

George Orwell

El barco de la compañía estatal "Inland Water transport" estaba abarrotado de gente. Casi todos lugareños que se movían como pez en el agua por la cubierta del barco, saltaban de lado a lado en busca de un té, una samosa o una charla intemporal. Yo decidí apoderarme del desayuno de un alemán despistado que se dejó su bolsa en una silla olvidada. El menú no podía ser más completo: un plátano, unas galletas y un huevo duro. Todo un manjar para un estómago (muy vacío). La horas no transcurría, la lentitud del vapor era pasmosa, el sopor del calor hacía que tu cuerpo se resbalase por el suelo como una ameba. Coffee mix, coffee mix !! gritaba una chica joven provista de una tetera con agua, vasos de plástico y sobrecitos de ese terrible café y leche en polvo que tanto se consume en el país. Me tomé uno y decidí asomarme a la cubierta del barco. De repente y sobre una extensión de tierra infinita se asomaba una de las mayores concentraciones de estupas y templos budistas del mundo, uno de los recintos arqueológicos más importantes del planeta: la antigua ciudad de Bagán, antiguamente conocida como el Reino de Pagán. Me llevó un largo rato asimilar tanta belleza desde lo lejos. No sólo contemplaba una planicie teñida de verde con miles de pagodas a su alrededor, la mezcla de soledad y estupor se transformaron en arritmia y descanso.
Una vez en tierra y tras conseguir descender del barco por una tablilla por la que jugueteaba para no caerme, tomamos un especie de moto-taxi rumbo al New Bagán, una pequeña concentración de hoteles, tiendas de souvenirs, telares y talleres artesanales que sirven de "nuevo hogar" a una población que ha sido arrancada de sus casas originales por el Gobierno de la Junta Militar birmana.
Tras recorrer varios guest-house u hoteles decidimos quedarnos en uno provisto de habitaciones individuales con un pequeño porche a la entrada, perfecto para salir por las noches a fumar un cigarrillo y deleitarse con las miles de flores inidentificables que proporcionan los climas tropicales. Un dato, el precio por persona era de 4 dólares la noche.
La mañana se mostraba desafiante, casi tanto como el desayuno: zumo de papaya y mango, té, tostadas, huevos revueltos, toda una herencia colonial al más puro estilo británico.

 
Adentrarse en el Reino de Pagán supone un reto. Fue fundada en el año 849 d.C (en el recodo protegido del rio Irrawaddy) por motivos estratégicos, pero también por motivos místicos y cerca del Monte Popa, un centro religioso de los nat (espíritus), en una importante encrucijada comercial de mon, chinos e indios. El esplendor de este asentamiento comenzó con el victorioso rey Anawrahta (1044-1077), que unificó el país y  propagó el budismo theravada. El esplendor de Pagán se extinguió bruscamente con la anexión que llevó a cabo Kublai Khan en 1287, como consecuencia de la cual la ciudad quedó abandonada. Durante los siglos XI al XIII surgieron unos 13.000 templos, estupas y pagodas. De los cuales 2.217 construcciones superaron los terremotos, las invasiones, el fuego y la decadencia. Para los budistas una forma de llegar al nirvana es construir un templo o una estupa. Por esta razón los reyes, la nobleza y los monjes construyeron monumentos imperecederos de ladrillo y de estuco. Uno de los ejemplos más notables es el templo de Ananda, comenzado por el rey Anawratha y terminado por el rey Kyanzittha. Es, con su blanca sikhara (torre puntiaguda), uno de los edificios más notables y una obra maestra de la arquitectura mon. La pagoda de Ngakywenadaung, con su estupa maciza y cilíndrica, del siglo X, es una de las más bellas. Algunos al contemplarla comentan que les evocan reminiscencias de los primeros templos aztecas. A mi me recuerda al bulbo de la flor de loto...;

 

La pagoda de Shwezigon es el mayor templo de la zona, la más suntuosa, vistosa, fastuosa, pero no guarda el halo de elegancia de las dos anteriores. Según la leyenda, por orden del rey, se cargó a lomos de un elefante blanco una reliquia sagrada de Buda. La pagoda señala el lugar en que el elefante se arrodilló en el banco de arena del rio y su nombre significa eso mismo "estupa de oro en el banco de arena". Se la considera una de las pagodas más importantes de toda Birmania porque según cuentan, guarda la clavícula, el hueso frontal y un diente de Buda.
"Llegamos a una gran plaza, cuyo suelo es de tierra apisonada. La construcción impresiona poderosamente. Veo que unas anchas escaleras ascienden y desaparecen por una puerta ancha y no sé más. (...) Pero entonces continuamos  nuestra escalada por el interior y por una estrecha escalera exterior alcanzamos la planta superior, pero es como si la construcción volase delante de nosotros, como si fuese más alta con sus nichos, sus torres, sus estupas, sus adornos. (...) Entre el cielo y la tierra sólo hay un centímetro, que se supera en un abrir y cerrar de ojos. Entonces se tocan. El momento es tanto más maravilloso cuanto que es inimaginable no oír ningún sonido, un golpe de timbal. Pero no hay absolutamente nada, el barco se desliza en silencio con la vela teñida de rojo, el carro de bueyes se adentra en el polvo silencioso". (Gabriele Fahr-Becker. Arte Asiático. Ed  Köneman. 1999).



La grandiosidad y la sencillez de éste lugar se mezclan en la retina del viajero. Ya no sólo por contemplar estupefactos una retahíla de estupas y pagodas que se repiten como un mantra, si no porque a tu alrededor siempre encuentras a un lugareño que con su sonrisa te muestra el esplendor y la decadencia de (su) reino. Pero todavía hay más. Adentrarse en Birmania supone escapar de la civilización más occidentalizada. A día de hoy es el país más pobre del Sudeste Asiático, muy por detrás de sus vecinos tailandeses, chinos, vietnamitas...y por supuesto el que sufre más carencias básicas como la leche, imposible de encontrar a no ser que se tome en polvo, un simple perfume, cuchillas de afeitar, o hasta una simple barra de labios para mujer. Si quieres cambiar euros o dólares a la moneda local (kyats) has de acudir al mercado negro, no existen los teléfonos públicos, y ni siquiera los hoteles cuentan con internet para el viajero.
Hoy me he despertado soñando que volvía a Birmania y que regresaba al café donde me tomé el mejor zumo de mango del mundo.

lunes, 4 de junio de 2012

Henry Morton Stanley

Henry Morton Stanley

Proyectar un viaje implica dedicación absoluta, por lo menos en mi caso. Elegir un destino, elaborar un trayecto en coche, a pie o en barco...superar las muchos obstáculos derivados de los retrasos en los aviones, huelgas, pérdida de equipaje etc...; Intento imaginar a los viajeros y exploradores del siglo XIX, sin agencias de viaje, sin transporte aéreo, sin telégrafo, sin seguros médicos y con la absoluta certeza de elegir un destino que en ocasiones ni siquiera estaba señalizado en los mapas.
Por entonces y como comentaba en mi anterior entrada el oficio de explorador se puso de moda en el XIX. A esta figura mítica le acompañaba una aureola de exotismo, del placer por lo desconocido. Los protagonistas de tan arriesgada tarea podían verse envueltos en peligros inenarrables, terminar tus días cocinado en una olla gigante o simplemente tirado en la hamaca de tu tienda con una disentería, malaria, tifus o dengue, solía constituir un final trágico para muchos de los expedicionarios contratados a sueldo y sin mucho futuro en caso de retorno a la madre patria (si es que conseguían sobrevivir). El continente africano a mediados del siglo XIX se convirtió en el destino por excelencia para las múltiples expediciones europeas que plantaron su bandera en territorios vacíos de poder. Oro, diamantes, marfil, caucho, todo un elenco de riquezas comenzaban a tener un amo y señor. Nada escapaba a la fiebre desatada en Europa por adueñarse de tan suculento bocado.

Mapa Congo Belga 1896

El personaje que presento a continuación hizo de todo. Comenzó como corresponsal del New York Herald cubriendo noticias como la Revolución liberal de 1868 en España que tiró por tierra el trono de Isabel II de Borbón, así como el difícil caminar de la I República de ahí pasó a  la inaguración del Canal de Suez en el año 1869 para pasar a protagonizar una de las mayores hazañas por la que se le conoce: la búsqueda del explorador y misionero David Livingstone, desaparecido en África desde hacía unos cuantos años. De éste "curioso encuentro" hablo en mi anterior entrada pero la de hoy nos lleva a otra aventura tan singular como la anteriormente citada.
Hasta su encuentro con Livingstone, Henry Morton Stanley gozaba de una reputación intachable. Para los ojos europeos había sido capaz de encontrar al hombre que todos daban ya por muerto, es más, consiguió recuperar para la Royal Geographical Society esa hegemonía algo marchita tras la desaparición del misionero y  explorador. ¿Pero qué sucedió después?, parece que el ansia de conquista, de reconocimiento, de éxito se le subió a la cabeza, o por lo menos esa es la impresión que dio.
Stanley fue contratado en 1876 por el rey Leopoldo II de Bélgica (otro tipo ambicioso de la época) para organizar una especie de asociación científica y filantrópica denominada Sociedad africana internacional que en realidad encubría una empresa particular del rey, (lo cual no difiere mucho de los tiempos actuales, sin entrar en detalles...). Leopoldo II tras sus intenciones de introducir la civilización occidental y la religión en esa parte de África pretendía (como todo buen monarca de la época) adueñarse de aquellas tierras en beneficio propio. Stanley puso rumbo a lo que todos conocemos por el Congo Belga para negociar con los jefes tribales la concesión de aquellos terrenos, a cambio construyó algunas carreteras para abrir el país pero a partir de aquí es cuando desarrolló su lado o faceta más oscura. Se ganó la fama de asesino de nativos, contribuyendo a una de las páginas más oscuras de la historia del siglo XIX.

Encuentro entre Stanley y Emin Pasha. 1877

Ganada la fama de hombre duro e inquebrantable (una especie de Rambo) se lanzó al estrellato. Su siguiente y última misión (parece que hablemos de un agente secreto), fue la de rescatar a Mehmet Emin Bajá, (conocido como Emín Pasha), alemán, naturalista y físico, gobernador de la provincia egipcia de Ecuatoria, en el Alto Nilo, retenido por los seguidores de Muhammad Ahmad al Madhi (líder religioso-musulmán del Sudán egipcio). La expedición de lo que se conoce como el falso rescate de Emin Pasha partió de Inglaterra con rumbo a Zanzíbar, inicio de casi todas las expediciones europeas al continente negro. Tras varios días de negociaciones con el mercader de esclavos Tippu Tip, consiguieron un barco, el Madura, con porteadores y mercancías suficientes. Tras bordear todo el sur de África, la expedición arribó a Banana, en la desembocadura del rio Congo. De allí fueron al puerto de Matadi (principal puerto de la actual República del Congo y ciudad fundada por el propio Stanley en 1879) dirigiéndose a Léopolville (Kinshasa, la actual capital de la República del Congo).

Congo river

La zona oriental, conocida por Ituri, fue el tramo más complicado, las densas selvas hicieron mella en una expedición que pasó de los 389 hombres del principio a los 169 que lograron sobrevivir a las enfermedades, los enfrentamientos con los pigmeos, los negreros árabes y la propia severidad de Stanley. Continuaron viaje hasta llegar al Lago Alberto, conocido también como lago Mobutu Sese Seko (situado al oeste de Uganda, considerado una de las fuentes del rio Nilo), donde las últimas informaciones situaban a Emin Pasha. Curiosamente un 18 de Abril de 1888, Stanley recibe una carta escrita por el propio Emin en la que según los rumores le consta que hay cierta expedición de rescate financiada con dinero belga. Por fin se produjo el encuentro entre ambos. El alemán que vestía y actuaba como un africano, no mostraba ningún tipo de miedo o preocupación por lo que todos suponían sus raptores, es más, le hizo saber que no había razón para ningún tipo de "rescate". Ante tal evidencia ya sólo quedaba convencer al alemán para su viaje de vuelta, al que se negó. En este punto muerto de la expedición, infructuosa, Stanley ya sólo tenía en mente su viaje de vuelta. Tras cruzar medio continente en busca de un hombre que se negaba a regresar y que nunca había sido secuestrado, Stanley pone rumbo a la costa oriental. En realidad, Emin Pasha lo que hizo fue llamar la atención de lo ingleses para que fueran en su ayuda. Tras abandonar Egipto sus posesiones en el Sudán, el primer ministro egipcio, ordenó al alemán, Emin Pasha, evacuar la provincia junto a los 10.000 soldados que habían sido repartidos por los diferentes fuertes. Desde ahí hasta Zanzíbar, el alemán hubiera tenido que atravesar algo más de 2000 km de territorio enemigo, por lo que lanzó una llamada de rescate al mundo y en especial al Reino Unido para que acudiera en su auxilio, hecho que cubrió la ya menciona expedición de Henry Morton Stanley.



 A partir de este momento ambos europeos se separaran y emprenden el viaje de retorno cada uno por su cuenta, aunque por curiosidades del destino se reencontraron de nuevo muy cerca de Zanzíbar aunque tampoco para regresar juntos. Emin Pasha permaneció en la colonia alemana de Tanganica con el ofrecimiento de explorar su interior. Murió en 1892 durante su último viaje de exploración en tierras africanas, asesinado por un traficante de esclavos. Henry Morton Stanley continuó con su vida de reportero pero en tierras norteamericanas. Murió en Londres un 10 de Mayo de 1904. Su tumba en la iglesia de St. Michael en Surrey está cubierta por una losa de granito en donde puede leerse "Henry Morton Stanley, Bula Matari, 1841-1904, Africa". Bula Matari en lengua Kikongo (la lengua bantú hablada por los pobladores de los bosques tropicales de la República Democrática del Congo) significa "Breakstones" (El rompedor de rocas).



Works by Henry Morton Stanley



viernes, 4 de mayo de 2012

"Doctor Livingstone, supongo"

Stanley & Livingstone by Henry King. (1939)

A veces la Historia nos sorprende con hechos realmente curiosos. El de hoy unió a dos hombres en un encuentro "nada casual". No existía ningún vínculo de amistad, ni de trabajo entre ellos, sino más bien un afán por los descubrimientos en una época en la que ser explorador era todo un oficio. Aquellos fueron días gloriosos para la conquista del territorio y también fueron días que muchos hubieran  querido olvidar y borrar de sus vidas.
Pero comencemos por conocer el hecho que les presentó. A mediados del siglo XIX llegaron a África procedentes de Europa todo un elenco de personajes, desde misioneros, exploradores, agentes comerciales a déspotas ilustrados que perseguían su ego en las entrañas del continente.  Por entonces África era el último pedazo de tierra desprovisto de demarcaciones y nombres, los espacios en blanco ocupaban la totalidad de mapas y el desconocimiento de su orografía sumaban otra dificultad para su exploración. No existían mapas indicativos de ríos, lagos, montañas y menos aún de carreteras. Aquello se convirtió en un misterio para el hombre blanco.



 Uno de los primeros en llegar fue David Livingstone (1813-1873), escocés de nacimiento y misionero de profesión. Pertenecía a la Iglesia Congregacional o lo que es lo mismo, cualquier iglesia protestante de origen calvinista que practica el gobierno "congregacionalista", es decir, que cada uno maneja sus asuntos de manera independiente y autónoma. A Livingstone se le considera a día de hoy como uno de las mayores figuras de la historia de la exploración, ya no sólo por sus estudios en el campo de la zoología, botánica y geología, sino porque fue el primer "blanco" en divisar en el año 1855 lo que la tribu de los Makololo llamaban humo que truena, es decir las cataratas del Zambeze, lo que todos conocemos por Cataratas Victoria (en honor a la reina Victoria de Inglaterra). A partir de este descubrimiento cambiaron por así decirlo las preferencias y los ideales de Livingstone. Su labor evangelizadora pasó a un segundo plano. Es entonces cuando siente que África le ha atrapado y necesita seguir descubriendo territorios y abrir nuevas vías de comunicación. Para ello viaja de nuevo a Inglaterra solicitando fondos para su siguiente expedición y de paso "dimitir" de la sociedad misionera a la que había pertenecido. Entre los años 1858 y 1863 exploró la zona comprendida entre el lagoo Nyassa y el río Zambeze, clave por su navegabilidad y arteria principal de la zona. De ahí pasaron a los rápidos de Kabrabasa sufriendo grandes dificultades, y si a esto le añadimos la aparición de enfermedades en los miembros de la expedición, el fracaso de la misma era ya un hecho. Su esposa Mary y su hermano Charles murieron de disentería y encima el encontronazo con el mayor comerciante de esclavos de toda África, un tal Tippu Tip, les hizo plantearse su vuelta a Inglaterra.



Por entonces el Imperio Británico en su afán colonizador no se conformaba con haber descubierto el nacimiento del río Nilo por parte del oficial John Hanning Speke. Londres necesitaba corroborarlo y la Royal Geographical Society lo ansiaba, tarea que le encomendó a Livingstone.
De nuevo en África la expedición toma rumbo desde Zanzibar al interior del continente, pasando por Tanzania y adentrándose en los lagos Bangweulu y Moero y el río Lualaba, identificados erróneamente como el Nilo y que en realidad constituían la cabecera del rio Congo.
Es a partir de este momento cuando se le pierde la pista a Livingstone. La primera vez que llegó a África nuestro hombre contaba con la edad de 28 años y desde entonces hasta ahora llevaba más tiempo viviendo en África (entre una y otra expedición) que toda su infancia y adolescencia en Inglaterra.  Nadie sabía nada de él, no llegaban noticias de ninguna expedición que le hubiera visto, no se recibían cartas, no había señales que indicasen que seguía vivo, pero es que tampoco nadie le había visto morir. Livingstone había perdido el contacto con su otro "mundo".

Henry Morton Stanley

Es ahora cuando aparece en acción la figura de un personaje clave en su búsqueda. El editor del New York Herald con sede en París le pide a su corresponsal, Henry Morton Stanley que busque a Livingstone, esté donde esté. De esta manera nos relata Stanley sus primeras impresiones sobre tan "inusual" encargo por parte de su periódico:
"El 16 de Octubre del año 1869, cuando me hallaba en Madrid y en mi casa de la calle de la Cruz, me presentó mi criado a eso de las diez de la mañana, un parte telegráfico expedido por el señor James Gordon Bennet, director del New York Herald, de quien yo era corresponsal. Rasgué el sobre y leí lo que sigue: "Vuelva a París, asunto importante" .
Cuando llegué a París fuí directamente al Gran Hotel, donde estaba alojado entonces el director del New York Herlad; llamé a su puerta y contestó una voz:
-Entre
El señor Bennet estaba acostado pero se pudo al momento su bata y me preguntó:
-¿Quién es usted?
-Stanley
-Ah! ya sé; tome asiento; se trata de confiarle una misión importante. ¿Dónde piensa que se halla Livingstone?
-Verdaderamente, no puedo decirle nada, caballero.
-¿Cree que ha muerto?
-Es posible que si; puede ser que no.
-Pues a mí me parece que está vivo y que se le podría encontrar y le envío en su busca.



Stanley pone rumbo a Zanzíbar organizando una expedición a la aldea de los Ujiji, cerca del lago Tanganica.  Parece ser que las últimas noticias que se tuvieron de Livingstone le ubicaban muy cerca de esta zona, pero nadia había vuelto a saber nada sobre él, la única pista con la que contaba Stanley era la poca información que iba recopilando en aldeas diseminadas por tan vasto territorio. Por fin y tras meses de búsqueda se produjo el encuentro:
"Mientras avanzaba lentamente, pude observar su palidez y su aspecto de fatiga: llevaba un pantalón gris, un chaquetón rojo, y una gorra azul con galoncillo de oro. Hubiera querido correr hacia él, pero me sentí cobarde ante aquella multitud; hubiera querido abrazarle pero él era inglés y yo ignoraba cómo me recibiría. Hice pues lo que me inspiraron la cobardía y un falso orgullo; me acerqué deliberadamente y dije descubriéndome:
-¿El Doctor Livingstone, supongo?
-Sí, caballero-contestó con benévola sonrisa, descubriéndose a su vez.
Entonces nos estrechamos las manos".

Stanley encuentra a Livingstone en un estado deplorable. Enfermo y sin apenas recursos deciden dirigirse  juntos al rio Tanganica. Tras varios meses de  expedición y cansados, Stanley decide regresar a Inglaterra, no así Livingstone, que no cesaba en su búsqueda del nacimiento del rio Nilo. Tras su separación las cosas volvieron a empeorar. Livingstone cae enfermo de malaria, eso, junto a una hemorragia motivada por una disentería acaban con la vida de tan ilustre explorador. Su muerte se produce el 1 de Mayo de 1873 en un pequeño poblado del lago Bangweulu, en Zambia. Se podría calificar la vida de Livingstone como una gran viajera, pero ¿y su muerte?. Para repatriar su cadáver decidieron conservarlo en sal hasta llegar a la costa del Índico, desde allí un barco lo transportaría hasta Inglaterra, donde fue enterrado en la Abadía de Westminster. Lo más asombroso de todo es que los nativos de la aldea donde murió se quedaron con su corazón para enterrarlo debajo de un árbol, porque todos decían que "su corazón ya formaba parte de África".

David Livingstone




lunes, 9 de abril de 2012

Boarding pass to NY





New York es la ciudad por la que pasan anualmente cerca de 100 millones de pasajeros procedentes de los tres aeropuertos de la región (el Aeropuerto JFK, La Guardia y Newark). Es difícil averiguar el volumen de viajeros que llegaban a la ciudad hace cien años. Por entonces Europa era el escenario de una migración masiva. Miles de personas empujadas por la miseria se embarcaron rumbo al nuevo continente con la esperanza de encontrar "algo mejor".  La única manera de llegar era a través del Océano, cruzar las 3450 millas náuticas (6438 km) que separan Inglaterra de la Gran Manzana se convirtió en una aventura, más que nada porque sufragarse un pasaje en un vapor requería de unos ingresos altos y no todos disponían de dinero para hacerlo. Los que viajan en primera clase, es decir los aristócratas llegaban a pagar entre 260 y 80 libras por un camarote o suite de amplias dimensiones, incluyendo salas de estar privadas y camarotes para sus ayudas de cámara. Los que viajaban en segunda clase eran aquellos que habían alcanzado cierto rango en la sociedad, como profesores, funcionarios, comerciantes, pequeños terratenientes. El precio de sus camarotes podía oscilar entre las 15 y 70 libras. Los pasajeros de tercera clase solían ser familias que emigraban a los Estados Unidos procedentes de Irlanda, Inglaterra, Italia, Suecia, Bélgica...en la mayoría de los casos estos pasajeros lo habían vendido todo para poder pagarse un pasaje e intentar empezar de cero en América. Sus recursos económicos por lo tanto eran ínfimos y el camarote aún más. El precio medio de un pasaje rondaba las 7 libras, aunque muchos viajaban con billetes familiares que oscilaban entre las 25 y 40 libras.



Es curioso cómo incluso en un barco, trazando un perfil transversal sobre el mismo, podemos diferenciar las diferentes clases sociales, desde lo más bajo, las bodegas, a lo más alto, la cubierta y por consiguiente el privilegio a poder respirar aire puro.
Los medios de comunicación se sienten estos días muy cercanos a un hecho histórico que está a punto de cumplir cien años. Vaya, cómo gustan éste tipo de acontecimientos, (sobre todo a James Cameron que parece vivir obsesionado por las reliquias del barco). Las gentes que vuelven a oír la noticia en sus pantallas de televisión o bien los que lo leen en los periódicos, se les vuelve quedar cara de pócker. Soltamos un pequeño alarido o suspiro entrecortado en el que se mezclan morbo y desgracia.
 El hundimiento del Titanic, un 14 de Abril de 1912, dejó boquiabiertos a medio mundo. La máquina de vapor con aspecto titánico pereció en las aguas de la manera más absurda. Un pedazo de hielo desprendido de otro gran iceberg provocó una de las mayores catástrofes humanas que se recuerdan. El Royal Mail Steamship Titanic, "Buque de vapor del Correo Real Titanic" era el segundo buque construido junto a un trío de transatlánticos conocidos como clase Olympic, los mayores y lujosos de su tiempo. La suerte tampoco acompañó a otro de los tres buques. El HMHS Britannic fue requisado en 1915 como barco hospital durante la I Guerra Mundial. El impacto de una mina lo hundió  en el Mar Egeo siendo descubierto casi sesenta años después por el francés Jacques Cousteau.



El Titanic zarpó de Southampton el 10 de Abril de 1912 con destino a Cherburgo en Francia y después a Queenstown en Irlanda antes de adentrarse en el Océano Atlántico rumbo a New York. En estas dos escalas embarcaron sobre todo pasajeros de tercera clase, inmigrantes a los Estados Unidos. La historia de lo que sucedió dos días más tarde la conocemos todos. La colisión con el iceberg se produjo a las 23:40 en la noche del 14 de Abril. Todo sucedió muy rápido, el parte de daños realizado por el constructor del barco, Thomas Andrews, establece un pronóstico muy claro, el barco se hundiría en una hora, a lo sumo en dos. Y así sucedió. De las 2227 personas, entre pasajeros y miembros de la tripulación, tan sólo sobrevivieron 705 aproximadamente. El único buque que acudió al rescate del Titanic fue el Carpathia que tras recibir la señal puso rumbo al lugar del hundimiento. El Carpathia mandó a New York un 15 de Abril el primer telegrama con la noticia del desastre, dicho telegrama va a ser subastado después de cien años y se espera que su venta alcance la cifra de 100,000 libras (unos 121.204,309 euros). El mensaje Marconi decía lo siguiente "Deeply regret advise you Titanic sank this morning fifteenth after collision iceberg resulting serious loss life. Futher particulars later" (Lamento profundamente que el Titanic se hundió el decimoquinto día después de la colisión con iceberg resultando grave pérdida vida. Menciones complementarias posteriores).

Telegrama informando de la tragedia

Puede parecer asombroso que hasta en una subasta internacional se llegasen a pagar hasta 50.000 libras por un juego de llaves de los lavabos de caballeros de primera clase. Cualquier objeto rescatado de las profundidades huele a dinero, hasta el más absurdo. Es curioso también el caso del vigía Frederick Fleet. Él fue quien avistó sin poder creerlo el iceberg a 500 metros y con una elevación de unos 30 metros. Gritó desde el mástil del barco ¡hielo delante! pero demasiado tarde, la maniobra "Full astern" (Atrás toda) no fue suficiente para evitar la colisión. Fleet se salvó del naufragio, sobrevivió a las dos guerras mundiales y finalmente se suicidó: ahorcándose.
Otra de las curiosidades que rodean al naufragio, la protagoniza Joseph Conrad.  Resulta que en las bodegas del Titanic, entre el correo, viajaba un manuscrito de una obra suya, "Karain, a memory". Su destino final y fatal, las profundidades del Océano.



 Me acabo de enterar de que Conrad (1857-1924)  fue de los pocos escritores de entonces que escribieron sobre el hundimiento del buque. En "Algunas reflexiones sobre la pérdida del Titanic" artículo recogido en el libro Titanic, (Gadir, 1912), Conrad vierte durísimas críticas sobre las dos comisiones investigadoras de la catástrofe, comisiones formadas por los senadores norteamericanos y la inoperante Cámara de Comercio inglesa. El escritor defiende a los marinos supervivientes y critica la extravagante empresa comercial de botar un gigantesco hotel de lujo con cuatrocientos camareros y escasos botes salvavidas. Conrad escribe: "Resulta inconcebible pensar que haya gente que no pueda pasar cinco días de su vida sin una suite de hotel, cafés, banda de música y refinados placeres similares. Sospecho que el público no es del todo culpable de ello. Se les empujó hacia todas estas cosas en el curso normal de la competencia comercial. Si mañana se eliminaran todos estos lujos, el público seguiría viajando. No pierdo la esperanza en la Humanidad".





domingo, 1 de abril de 2012

Hay otros mundos pero están en éste.


"Il y a un autre monde mais il est dans celui-ci"
 La célebre frase escrita a finales del S.XIX por el poeta francés Paul Éluard resume la actual convivencia de distintas realidades. El autor, amante de la vanguardia, me transporta al pasado, a un lugar creado para imaginar "otro mundo". Un mundo que cuenta ya con casi un siglo y medio de existencia.
Retrocedamos un poco en el tiempo. Estamos a principios de Mayo de 1889. Viajo cómodamente sentada en el vagón de un tren a vapor con dirección a París. Supe por un amigo que estudia piano allí, que la ciudad se convertiría por unos meses en la capital mundial del arte, de las vanguardias europeas y que cualquiera que desease experimentar el progreso científico y técnico del momento, debía acudir a la Exposición Universal de París.
Viajo ligera de equipaje. Una maleta pequeña, dos libros y el periódico de la mañana en donde se ofrece un amplio reportaje sobre la ciudad en estos días. "Todo hombre civilizado tiene dos patrias: (escriben hoy día 5 de Mayo), la suya y París". Según cruzamos la frontera leo el programa de fiestas de la Exposición, y el porqué de su celebración: el Centenario de la toma de la Bastilla, el inico de la Revolución Francesa, todo un símbolo nacional.
Tras casi veinte horas de viaje y medio dormida, escucho en el pasillo la llegada a Gare du Nord. Me apeo del tren y por fin salgo al exterior. La ciudad es pura efervescencia. Los carruajes tirados por caballos, los cafés atestados de gente, los bulevares. Atravieso Les Halles (el mercado cubierto) y me encuentro con la mayor concentración de frutas exóticas que jamás había visto. El edificio que guarda el mercado es colosal. Entre 1852 y 1870 el arquitecto, Victor Baltard, proyectó los doce pabellones con el techo y paredes de cristal junto a, no sé cuántas columnas de hierro. Y me pregunto: si ésto es un mercado, qué me encontraré ahí fuera.

Les Halles

Atravieso el río Sena por el Pont des Arts con dirección a la Abadía de Saint-Germain des-Prés, la cual me servirá como punto de referencia ya que he reservado una pequeña habitación de hotel cercano a ella. Es increíble según paseo por las calles la magnificencia de esta ciudad. Durante el viaje he leído casi en su totalidad el libro de "Memorias" escrito por el ingeniero que contrató Napoleón III para dar la vuelta a toda una urbe marcada por un pasado medieval. El autor del libro, el ingeniero George Eugêne Hausmman, diseñó entre 1852 y 1870 el París de los bulevares, de las grandes avenidas, toda una renovación urbana al más puro estilo clasicista. Al fin diviso la abadía benedictina. Mi hotel está cerca...
Anoche no pegué ojo, no podía parar de imaginarme la Exposición. Me he levantado temprano con un claro objetivo: llegar cuanto antes al parque del Champ-de-Mars. Estoy ansiosa por visitar la explanada donde se concentran la totalidad de los pabellones y algo que llaman...la torre Eiffel?

Pabellón argentino

Hoy es 6 de Mayo, el día en que se inagura la Exposición. Hay tanta gente que me cuesta llegar a la puerta de entrada. Mi objetivo es visitar primero el pabellón argentino y seguir a la aventura. La Exposición se ubica en un área rectangular de 1 Km2 compuesta por cerca de 80 edificios, siendo el más importante La Galerie des Machines. Se trata de un mastodóntico edificio alargado de unos casi 420 metros de largo y 115 de ancho. Así la describe el arquitecto Jourdain "La galería de las máquinas, con su fantástica nave de 115 metros sin tirantes, su vuelo audaz, sus proporciones grandiosas y su decoración inteligentemente violenta, es una obra de arte tan bella, tan pura, tan original y tan elevada como un templo griego o una catedral". Otro de los atractivos de la Expo es la llamada Historia de la Habitación, creada por Charles Garnier, el diseñador de la ópera de París. Se trata de un conjunto organizado en dos categorías: una prehistórica y otra histórica. En la prehistórica hay estructuras simples ambientadas en hábitats naturales (bosques, rocas, grutas). En la segunda, estructuras de civilizaciones primitivas dan vida y forma a una empequeñecida Asiria y Mesopotamia que ocupan toda mi atención.

Galería de las Máquinas

Me propongo visitar, ahora en compañía de Gêorge, "Le Village Nègre" (el pueblo negro) una atracción donde se muestran 400 negros y que para muchos supone un orgullo nacional. La conquista del hombre blanco ante la barbarie de los pueblos colonizados. Me cuenta mi amigo que ante el marco de la celebración de "igualdad, fraternidad y libertad" se exhiben cientos de indígenas denominados Shelkman u Onas procedentes del sector norte de la Isla Grande de Tierra de Fuego, ubicada en el extremo austral del continente americano. Maurice Maître los capturó en la bahía de San Felipe y se los trajó a París encadenados, con el objetivo de exhibirlos al público. Los mantienen en jaulas y durante la noche les dan de comer como animales. Es lo más parecido a un zoológico humano.


Creo que ha llegado el momento de visitar la joya de tan (sublime) celebración. La Torre Eiffel es..., bueno no sé si puedo describirla en una, dos o tres palabras, creo que nadie hasta ahora había contemplado un amasijo de hierros tan bien colocados. Se necesitaron casi dos años para poner en pie las casi 6900 toneladas de hierro. Varios artistas entre los que se encuentran Alexander Dumas, Charles Garnier o Zola han escrito una carta abierta condenando la torre. La ven como un monstruoso artefacto que destruía el bello perfil de la ciudad, "torre vertiginosa y ridícula que domina París, como una gigantesca y oscura chimenea de fábrica". A pesar de las críticas y el malestar del pueblo parisino por la creación de no se sabe qué clase de artefacto con forma de embudo invertido, la torre está siendo bien acogida por los visitantes de la Expo. Es curioso, cuentan que el año pasado, con motivo de la Exposición Universal de 1888, Gustave Eiffel ofreció construir la torre en Barcelona pero que por razones presupuestarias se desechó el proyecto.



Mi cicerone parisino ya ha hecho planes para esta tarde. Hemos quedado con un compañero del conservatorio, Claude Debussy, para ir a escuchar un recital de música javanesa que se llama gamelan o algo parecido. Se trata de un conjunto instrumental tradicional de las islas de Java y Bali y por lo que me cuentan, utilizan metalófonos, xilófonos, tambores y gongs. No tengo ni idea de cómo sonará pero parece que emiten un suave flujo de sonido atemporal asociado al canto y la danza. Eso seguro que nos da ganas de beber, y celebrar, y perdidos en la noche parisina, la torre Eiffel nos parecerá una enorme pagoda.



Exposiciones Universales de París

martes, 31 de enero de 2012

El mito de la Antártida

 
Se acaban de cumplir cien años de la llegada del hombre al Polo Sur (1911-2011). Los 90º Sur, esa codiciada latitud por la que muchos viajeros han dado su vida. Un lugar mítico en  la historia de las exploraciones geograficas. El vasto continente helado situado en el extremo sur del globo. ¿Pero desde cuando la Antártida se convierte en algo más que un mito y emerge como una realidad para el hombre? En la imaginación de la Grecia Clásica se la consideraba un lugar inhóspito creado para equilibrar las tierras del norte. Ptolomeo, cartógrafo griego del siglo I, creía que el Océano Índico estaba rodeado de una gran masa de tierra al sur, idea rescatada en el Renacimiento y plasmada en los mapas por numerosos cartógrafos europeos de la época. El concepto de Terra Australis Ignota (Tierra desconocida del Sur) se basa en prejuicios relacionados con la simetría geométrica.

Mapamundi de Abraham Ortelius (1570).

¿Pero a quién se le atribuye el descubrimiento o el avistamiento de tierra antártica? A comienzos del S.XVII los reinos europeos proyectaban toda su ambición en la conquista de los Océanos y en potenciar los descubrimientos geográficos. El Mediterráneo deja de ser el eje central del comercio cediéndole todo el protagonismo al Océano Atlántico, que se convierte en la nueva vía de comunicación entre los dos continentes, el Antiguo y el Nuevo Mundo. La conversión de España, Portugal, Holanda e Inglaterra como potencias marítimas de primer orden con sus grandes imperios provoca la aparición de interminables conflictos a consecuencia de la imprecisión para fijar los límites de las colonias. El auge de la burguesía llevará a los habitantes de la vieja Europa hacia las nuevas tierras descubiertas sobre un mundo que se vuelve "esférico". Pero empecemos por situarnos geográficamente: América, el Nuevo Mundo, Las Indias, se convierte en la nueva fuente de riqueza que atrapa la codicia del Viejo Mundo y arrastra a un tercio de la población europea a la conquista y exploración de un continente que acaba de nacer. Así, los Países Bajos se convierten en la primera potencia. Los flamencos lanzan todo su poder hegemónico a la conquista del comercio, la ciencia y la cultura, batiéndose con la otra gran potencia europea del momento, el Imperio Español, que comenzaba a dar síntomas de decadencia y falta de liquidez económica. Alrededor del año 1600 se contabilizan un millar de navíos mercantes propiedad de los holandeses, que se consolidan en la fachada atlántica e instalan su base en Pernambuco.

Grabado de Frans Huys de un original de Pieter Brueghel

Pero regresemos al principio: ¿Quién llega primero a la Antártida? De antemano diremos que no se conserva ningún documento que demuestre la autoría de la primera embarcación que pisó tierra austral. Lo que se conservan son relatos y crónicas que ofrecen datos de  expediciones que por azar (supuestamente) avistaron el sexto continente.
Una de las teorías que se manejan es la protagonizada por el gran marinero holandés Dirk Gherritz. Entre 1599-1600, cinco navíos armados por algunos comerciantes de Rotterdam, se dedicaron a saquear gran parte de las colonias portuguesas de África. En su afán conquistador decidieron poner rumbo al Continente Americano. Es entonces cuando la mala suerte hace presa de los holandeses. Comienza un ciclo de penalidades, hambre, frio, de continuas y violentas tempestades. Dos de los navíos son arrastrados hacia latitudes australes. La separación de las naves marca un instante definitivo: es ese desencuentro lo que convierte a la expedición en leyenda y surge la tesis del descubrimiento de la Antártida por uno de los capitanes del navío: Dirk Gherritz. A pesar del supuesto hallazgo, los marineros de la época se preguntaban si la Tierra de Fuego es isla o tierra firme, difieren en sus juicios: "la tierra como islotes, pero no se puede determinar si los son", otros piensan o "entienden que la costa de la parte austral es tierra firme". La falta de unanimidad entre unos y otros da que pensar. Si en efecto los holandeses hubiesen alcanzado tierras antárticas y tuviesen el propósito de ocultar su hallazgo...ésto podría ser considerado como una demostración más de la autenticidad de su narración. ¿Pero qué sucedió con Gherritz y su tripulación? La embarcación que supuestamente quedó a la deriva, el Ciervo Volante, fué capturada por los españoles. El testimonio de Gherritz, hecho en portugués, pues había vivido unos años en Goa (India), aparece confirmado por las declaraciones de algunos de los prisioneros holandeses, efectuadas ante un intérprete y un escribano. Todo coincide, excepto la latitud, en que Gherritz sobrepasa en un grado el cálculo hecho por el condestable y el contramaestre. Pese a todo no hay en las disposiciones diferencias de sustancia. En los Archivos Reales de La Haya (Holanda) existe un manuscrito con las instrucciones preparadas con ocasión de la expedición. La declaración de Jacobo Dircx, segundo piloto del Ciervo Volador, señala con bastante precisión: "...El 4 de Septiembre de 1599 salieron del Estrecho de Magallanes al Mar del Sur y al tercer día fueron separados de los otros barcos por una gran tormenta, y por tres veces cayeron en los 50º latitud Sur, otras dos a los 55º S y una a los 56º S, de ahí navegaron hacia la bahía de Valparaíso, donde al descender a tierra, su capitán, Gherritz fue herido y hecho prisionero junto a toda su tripulación, lo cual sucedió el 17 de Noviembre de 1599".


La otra teoría  le atribuye el descubrimiento de la Antártida al navegante español, Gabriel de Castilla (Palencia 1577-Lima 1620), el cual se pasó más de la mitad de su vida en tierras del Nuevo Mundo. Pero no voy a relatar los diversos acontecimientos de los que fue protagonista, lo importante en éste caso es dilucidar, si cabe, su gran descubrimiento. A finales del S.XVI, a Gabriel de Castilla se le encomendó la misión de pacificación (de las recientes sublevaciones araucanas), el reconocimiento geográfico de Chile y detener en lo posible las contínuas incursiones de piratas holandeses. Todo ese cometido lo realizaría como máximo responsable y titular de la Armada del Sur. Dicha Armada tomó medidas de precaución decisivas para afrontar posibles ataques: una de ellas fue que de Noviembre a Marzo se mantendría a Gabriel de Castilla en la costa chilena con dos galeones y la otra la construcción de nuevos barcos para restituir a la escuadra a su nivel de combate. A finales de 1602, cumpliendo la orden del Virrey, Gabriel de Castilla se situó en Valparaíso, de allí, emprendería en Marzo de 1603 el primer viaje de exploración antártica del cual se tiene una prueba documental: la declaración de Lauren Claesz y la información dada por el Virrey a S.M el Rey indicando que la escudrilla de Gabriel de Castilla patrullaría la costa chilena todos los años. Otra de las pruebas documentales que afianzan la llegada a la Antártida se debe a la publicación en 1622 en Amsterdam de una una versión latina de la "Historia de las Indias Occidentales" de Antonio de Herrera realizada por Casparus Barlaeus bajo el título "Novis urbis sive descriptio Indiae Occidentalis" en donde se dió la primera noticia de un descubrimiento antártico, verdadero o apócrifo pero convincente por los detalles que contenía: los 64º de latitud Sur (el punto más austral nunca antes explorado) y la descripción de una tierra alta y montañosa cubierta de nieve. No hay una sola mención en los anales de historia de las navegaciones australes de un descenso tan profundo hasta los 64ºS. Debemos esperar pues a la circunnavegación del navegante inglés James Cook a finales del siglo XVIII para volver a tener noticias de un punto austral tan alejado, en éste caso fueron los 71º 10´ Sur.

Historia de las Indias Occidentales. Antonio de Herrera

Volviendo a las fuentes escritas, el autor norteamericano y autoridad en exploraciones polares, Edwin Swift Balch, mantiene la teoría de que "La Antártida posiblemente haya sido descubietra por el almirante español Gabriel de Castilla, Maestre General de Campo en la Guerra de Arauco, Chile, según declaraciones de Claesz realizadas en Holanda en 1608, quien navegó a las órdenes de Gabriel de Castilla". En todo caso, Lauren Claesz, es el único navegante al que se le reconoce por sus declaraciones haber alcanzado los 64º latitud Sur. El explorador y geógrafo francés, Jules Dumont D´Urville, como la mayor parte de los historiadores antárticos, corrobora casi doscientos años después, la autoría de Gabriel de Castilla como el descubridor, es más, se atreve a estimar que los 64º Sur corresponden a las islas Shetland del Sur. Los primeros indicios en  la cartografía de las regiones australes se debe al mapa del Padre Coronelli dibujado en Venecia en 1696, carta dedicada a Pietro Foscarini, en la que se menciona a Hernando Gallego que navegó éstos mares entre 1575 y 1578 "...se dejan ver islas contínuas y dipersas".
El pleito establecido durante años sobre la autoría del descubrimiento, Dirck Gherritz o Gabriel de Castilla, forma parte ya del pasado, lo relevante para la exploración es que ambos han contribuido a incorporar una dimensión nueva del mundo, determinante para la Historia Antártica.

Base antártica española Gabriel de Castilla en la Isla Decepción
 *Destaco el magnífico artículo escrito por el embajador e historiador chileno, Jorge Berguño Barnes "Un enigma en la historia antártica: El descubrimiento de las Islas Shetland del Sur", publicado en el Boletín Antártico Chileno. Vol.9 nº2. Julio-Diciembre 1989.
Base antártica Gabriel de Castilla

lunes, 16 de enero de 2012

El hombre más odiado de América.

Felipe IV. óleo sobre lienzo, 129,8 cm × 99,4 cm.

¿Qué hace el retrato de Felipe IV pintado por Velázquez en pleno corazón de New York? O el retrato de Tomas Moro pintado por Holbein en 1527? Es dificil averiguar cómo distintas obras han conseguido cruzar el charco y plantarse de lleno en las Américas formando parte de una de las colecciones de arte más importantes del planeta.
Todo comienza a mediados del siglo XIX en la localidad de West Overton, en Pennsylvania. 
Henry Clay Frick, hijo de un acaudalado comerciante, se convierte con tan sólo treinta años en uno de los hombres más ricos de toda América. El sueño de hacer dinero se transformó en una realidad para Frick gracias a la industria del carbón, motor esencial en la economía estadounidense de un país devastado por la Guerra de Secesión (1861-1865). Ese motor que rugía en las entrañas de toda una industria armamentística, favoreció a los estados norteños en la producción de armas de fuego, lo que le valió a Frick el podium en la fabricación en serie de cualquier artefacto manufacturado en acero.
Henry Clay fundó la Frick & Co junto a su socio Andrew Carnegie. Juntos producen coque a partir del carbón en un momento decisivo, y en Pittsburgh, donde surge con fuerza la industria siderúrgica, siendo el coque el "ingrediente" más importante en la fabricación del acero. Ambos socios controlan el mayor funcionamiento integrado de acero y hierro nunca antes propiedad de un particular en los EEUU, lo cual les proporciona el negocio más lucrativo hasta entonces, la producción en masa de raíles de acero para vías férreas.

 

Así surgió el ferrocarril, creándose una red de transporte mecanizada a escala nacional que revolucionó la sociedad y la economía de un país que viajaba a toda "máquina". Es famoso en los EEUU el periodo conocido como el Imperio del Acero (entre 1885 y 1900). Tan solo quince años, que a primera vista no bastarían para el desarrollo de una civilización, pero que fueron tiempo suficiente para revolucionar el concepto del movimiento, de las comunicaciones y de la sociedad.
Toda fortuna amasada en tan poco tiempo tiene una repercusión directa en los productores de la misma. Seguramente Frick no se planteaba en qué situación vivía cada uno de sus trabajadores. Bueno o quizá sí. La cuestión es que conforme aumentaba la fortuna de Frick disminuía su popularidad. A comienzos de 1892 Frick decidió reducir el salario de sus obreros y cerrarles su sindicato. Cuando los obreros no aceptaron el recorte salarial, "el amo" los despidió a todos y contrató a la agencia de seguridad Pikerton para proteger a los esquiroles. El desastre fue brutal, los enfrentamientos dejaron un saldo de siete muertos, por lo que el Estado entró en acción: el gobernador hizo que fuese la milicia armada para proteger a los esquiroles que llegaban.



Los líderes de la huelga fueron acusados de asesinato y el resto, al no disponer de recursos volvieron al trabajo. Eso sí, incluidos en una lista negra. Hubo quien incluso atentó contra la vida del magnate del acero. Un joven anarquista llamado Alexander Berkman se presentó en el despacho de Frick e intentó asesinarle de un disparo, aunque tan sólo le hirió en un brazo. Se le condenó a catorce años de prisión.
Ya en su madurez, Henry Clay Frick comenzó a coleccionar obras de arte para su casa de New York. El resultado fue una de las colecciones privadas más importantes de la época. La casa es en la actualidad un museo en pleno corazón de Manhatan conocido con el nombre de Colección Frick.

1 de la calle 70 Este, es su cruce con la Quinta Avenida.

 
Entre las dieciséis galerías que forman el museo podemos encontrarnos con algunas de las obras más conocidas de varios maestros de la pintura europea, obras de escultura, porcelana, muebles, esmaltes, alfombras...; en la colección se muestra la obra maestra de Jean-Honoré Fragonard "El progreso del amor"(1771-1773) óleo sobre lienzo o el retrato de "Felipe IV" pintado por Velázquez (1644),  adquirida por el millonario industrial en el año 1911, dicho retrato se realizó en Fraga (Huesca) mientras tenía lugar el asedio de Lérida conquistada por los franceses y recuperada por Felipe IV en 1644.

Oficial y muchacha sonriendo. Óleo sobre lienzo, 49,2 x 44,4 cm.

Otra de la obras expuestas es "Oficial y muchacha sonriendo" (1658-60), del genial pintor holandés Vermeer.
Henry Clay Frick murió un 2 de Diciembre de 1919.

Henry Clay Frick
Frick Collection