Al igual que hicieran hace dos años por estas mismas fechas mi amigo Alberto en compañía de su inseparable compañero de viajes, Alfonso, vuelven a recorrer parte del Continente Americano dando fe de sus maravillas. Como si de un cuento se tratase, y dado que yo me ocupo de relatar el trayecto, también soy testigo por las fotos enviadas de la magnitud del territorio.
Antes de partir yo me dedicaba a llenarles la cabeza de un posible que no "imposible" encontronazo con Lewis y Clarck, aquellos dos expedicionarios que fueron contratados por Thomas Jefferson después de la compra de Louisiana en 1803. Hoy en día pocos son los que recuerdan las hazañas de estos dos buscadores de sueños reflejados en la prolífica y magnífica obra cartográfica de los principales ríos y cadenas montañosas, sin olvidar su contacto con las tribus indígenas lo que facilitó el comercio directo de pieles.
Volviendo al presente, viajar a la Costa Este y salirse del mapa para ir mas allá de las fronteras sólo te puede llevar a encontrarte con islas como la Isla del Príncipe Eduardo, un lugar según me cuentan idílico, que destaca por sus grandes campos y por su costa con una curiosa playa roja. Me olvidaba de mencionar el "Acadia National Park" frente a las costas atlánticas de Maine, otra joya de la Naturaleza.
Si seguimos rumbo Noreste y cruzamos la frontera al Canadá las cosas se ponen todavía más interesantes, en parte porque es inevitable no mencionar a otro gran explorador de la zona, el gran Jacques Cartier (1491-1557) un navegante y explorador francés que realizó tres viajes a América del Norte al servicio de la corona francesa y que le convirtieron en el primer explorador de esa nacionalidad en el Nuevo Mundo. Su nombre está íntimamente ligado a uno de los ríos más representativos del continente, el Río San Lorenzo, la vía navegable más grande para la penetración europea en América del Norte.
Alberto & Alfonso me dicen que acaban de avistar ballenas...eso me recuerda las ganas que tengo yo de poder contar algún día una experiencia similar. Creo que con sólo pronunciar B A L L E N A ya es suficiente.
Ahora la acción transcurre sobre suelo urbanita, vamos hacia la provincia de Quebec, cuya capital provincial es la ciudad de Quebec y la urbe más poblada, Montreal. Aquí conviven los Grandes Lagos, el Océano Atlántico, fronteras marítimas, la cercana Terranova, Nueva Escocia y Labrador...escenarios de leyenda, como el mítico Paso del Noroeste o Estrecho de Anián, nombre que aparece en los Viajes de Marco Polo, basándose en conjeturas (...) los mapas que registraban la nueva visión del mundo, es decir las tierras septentrionales de América eran designadas como Anián. Hago un pequeño inciso para referirme a otro de los grandes exploradores del territorio, he aquí al gran Paul Chomedey de Maisonneuve (1612-1676) fundador de Montreal y posible pariente de los Maisonnave de Alicante que se asentaron en la ciudad procedentes de La France y que fueron productores de uno de los vinos más significativos de una época, el fondillón.
Voy a ir poniendo rumbo hacia el Sur, más que nada porque no me queda ni papel ni tinta suficientes para tan magna travesía. Tras cruzar Toronto los chicos se plantan en las Cataratas del Niágara, como ya hicieran Joseph Cotten y Marilyn Monroe o Superman. Los que ya conocen las cataratas Victoria o las de Iguazú, éstas no les dejan tan perplejos, puestos a comparar...yo resaltaría de este escenario cinematográfico el Spanish Aerocar de Leonardo Torres Quevedo (1852-1936), inaugurado en 1916 y que sigue prestando servicio.
El viaje entra en su recta final, nos queda por visitar la Isla de Nantucket y la asombrosa Biblioteca Pública de Boston, la primera biblioteca municipal pública de los EE.UU y cuyo diseño corrió a cargo del gran arquitecto valenciano Rafael Guastavino.
That´s all folks!